Domingo de Tiempo ordinario


En el año litúrgico, se llama tiempo ordinario al tiempo que no coincide ni con la Pascua y su Cuaresma, ni con la Navidad y su Adviento. Son treinta y cuatro semanas en el transcurso del año, en las que no se celebra ningún aspecto particular del Misterio de Cristo.

El Tiempo Ordinario 2024 inicia tras la fiesta del Bautismo del Señor, que en 2024 cae el 8 de enero. A partir de ahí, habrá seis domingos de Tiempo Ordinario, que se interrumpirán con la Cuaresma que inicia con el Miércoles de Ceniza el 14 de febrero de 2024.

El Tiempo Ordinario 2024 se retoma después del Domingo de Pentecostés, que este 2024 se celebra el 19 de mayo. Este tiempo concluirá el Domingo de la Solemnidad de Cristo Rey, que se celebrará el 24 de noviembre de 2024.

Comienza el Tiempo Ordinario: ¿Cómo funciona el Año Litúrgico?

El rito romano, que es el mayoritario en la Iglesia católica, denomina Año litúrgico al período cíclico anual durante el cual celebra la historia de la salvación hecha por Cristo y al que se distribuye en festividades y ciclos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario.

Calendario Litúrgico-Pastoral 2023-2024. Conferencia Episcopal Española


18/02/2024

De la mano de la Liturgia, nos adentramos con Jesús en el desierto cuaresmal. Durante cuarenta días nos vamos a estar preparando para el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Cuaresma nos recuerda que estamos en batalla. En batalla espiritual contra entidades y potestades infernales, que, con su tentación, nos condujeron a perder la gracia de Dios y a caer en el destierro terrenal.

Jesús nos enseña a caminar de regreso a la gracia perdida, para poder entrar de nuevo -al final de este peregrinaje temporal- al Paraíso del que fuimos desterrados. Él, que es Camino, recorriendo todos estos pasos, se hace escuela para nosotros y nos explica quién es nuestro enemigo, Satanás, qué hace, qué quiere y cómo podemos vencerlo. Y, para ello, nos muestra en este primer domingo de Cuaresma el primer paso a dar: «Convertíos y creed en el Evangelio».


11/02/2024

Cuando Jesús pide esto al leproso que acababa de curar, estaba siendo ya perseguido por aquellos que querían asesinarlo. Sin embargo, el leproso no obedece. Nos dice el Evangelio que «cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.»

El leproso probablemente creyó hacer un bien a Jesús pregonando el milagro recibido, porque con ello aumentaría su fama. Sin embargo, lo que en realidad estaba haciendo era ponerle en peligro y entorpecer su labor, impidiéndole seguir entrando con libertad en los pueblos. Dios sabe por qué pide las cosas que pide, y debemos fiarnos de Él y obedecerle hasta el final, no guiarnos tanto por nuestros pareceres que, como nos muestra el pasaje de hoy, aun con buenas intenciones, nos pueden llevar a hacer mucho más mal que bien.


04/02/2024

La respuesta de la suegra de Pedro al ser curada por Jesús es ponerse al servicio de los demás. Cuando uno nota y sabe que Dios le ha hecho un don o le ha concedido una gracia, lo normal es corresponder con una acción de gracias. Esa acción de gracias debería traducirse en obras de agradecimiento, desde las más básicas -cumpliendo bien con nuestras obligaciones familiares, sociales y profesionales-, hasta ir más allá: siendo justos, caritativos, ayudando a los demás en aquello que nos sea posible etc.

Es decir, buscando siempre -por amor y agradecimiento a Dios- a involucrarse con los demás más allá de lo que es pura obligación. Porque cuando uno no corresponde a los dones recibidos de Dios ayudando a otros -que es lo que Él espera de nosotros-, los que pierden no son solamente esos otros, sino principalmente aquél mismo que no agradece el bien recibido, que posiblemente algún día vuelva a encontrarse en situación de necesitar otra gracia de Dios.


28/01/2024

Jesús enseñaba con autoridad. Con tanta autoridad que hasta los espíritus inmundos obedecían a sus órdenes. El Evangelio de este domingo nos llega incluso a precisar que Él enseñaba «no como los escribas». Es decir, los escribas no tenían la misma autoridad que Jesús. Es importante tener esto siempre presente: todos aprendemos de Jesús, es decir, no sólo los fieles, sino también los pastores de la Iglesia. Todos tenemos que aprender de Jesús y todos tenemos que obedecer a Jesús, máxima autoridad nuestra.

Particularmente cuando una mala interpretación del Evangelio podría conducirnos a la tentación de querer «corregir» a Jesús. Jesús habla siempre claro a lo largo del Evangelio y lo hace con autoridad. «Sé quién eres: el Santo de Dios», le grita un espíritu inmundo, después de preguntarle: «¿Has venido a acabar con nosotros?» La respuesta es sí. Jesús sí ha venido a derrotar al Mal y a expulsar a los espíritus inmundos que atormentan al ser humano. Pero para que esto se realice, el ser humano tiene que seguir las indicaciones dadas por el Maestro.


21/01/2024

Jesús nos llama a convertirnos y a creer en el Evangelio, pero también a ayudar a otros a convertirse y a creer en el Evangelio. Nos habla incluso de convertirnos en «pescadores de hombres». El Señor quiere almas, y nos pide almas. Pero ¿cómo llevarle almas a Dios? ¿Cómo pescar hombres para Dios? Fijémonos en un detalle muy importante.

Jesús no dice «hacéos vosotros pescadores de hombres». Jesús dice: «Venid en pos de mí y yo os haré pescadores de hombres.» Es Él quien nos convierte en pescadores de hombres, no lo hacemos nosotros solos…

No es a base de puños, no es a base de nuestro propio esfuerzo. Los esfuerzos humanos enseguida desfallecen. No, esto es una gracia de Dios. Es decir, tanto para nuestra propia conversión, como para la conversión de otros, lo importante es, primero y ante todo, seguir a Jesús. Ir en pos de Él, conocerle a través del Evangelio, y, sobre todo, hacer la experiencia de su Amor. Experimentar, a través de una vida sacramental, el inmenso Amor de Dios, su inagotable paciencia y misericordia para con nosotros. Porque sólo cuando se experimenta algo, se puede luego compartir con los demás.


14/01/2024

El Evangelio de este domingo nos habla de lo especial que era la Persona de Jesús para sus propios contemporáneos, ya incluso antes de empezar su vida pública. Ya antes de comenzar a hacer milagros, curar enfermos o resucitar muertos, Jesús causaba impacto entre sus semejantes. «Hemos encontrado al Mesías.» Qué impresionadísimo tuvo que quedarse el apóstol Andrés tras encontrar a Jesús, que, en un solo día y sin haber visto aun ningún tipo de milagro o prodigio, llegó a la conclusión de que Jesús era el Mesías.

«Jesús se le quedó mirando.» Este detalle que da Juan el Evangelista, autor de este pasaje del Evangelio, nos viene a decir que la mirada de Jesús era extraordinaria. Era sorprendente, única. Por eso a la gente le impresionaba muchísimo cuando Jesús se les quedaba mirando. Sus ojos les traspasaban el alma. El hecho de que Juan recuerde con tanta minuciosidad cada uno de los detalles de este primer encuentro con Él, nos viene a señalar lo impresionado que tuvo que quedarse él también ante la Persona de Jesús.


07/01/2024

Si ayer celebrábamos la Epifanía del Señor con un Jesús todavía Niño en Belén, hoy celebramos el Bautismo de Jesús adulto en el Jordán.

La Liturgia misma nos viene a señalar cómo Dios lo hace todo en un instante. En un instante nos creó a todos de la nada. Pero por culpa del pecado original de nuestros primeros padres, vivimos en el destierro. Si no entendemos que estamos en el destierro, no podemos entender la importancia del bautismo. Porque entonces, ¿para qué nos bautizan? ¿De qué nos libera el bautismo?

Si entendemos que estamos en un destierro, y que esta vida terrenal es un tiempo temporal de prisión, nos liberamos de los apegos al mundo material. Porque ¿quién se apega a la cárcel? Nadie. Todos quieren ser libres. El bautismo es lo que nos da, en un instante, la llave a la libertad. Por el bautismo recibimos la gracia de Dios, que si mantenemos hasta el final llevando una vida sacramental, nos sacará de prisión y nos abrirá las puertas del Cielo.


26/11/2023

El Evangelio de este domingo es sobrecogedor, porque nos habla de vida eterna, pero también de castigo eterno. ¿De qué depende el ir a la vida eterna o al castigo eterno? Pues lo dice Jesús: depende de cómo nos portemos con los más pequeños. “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Al hilo de los Evangelios de estos últimos domingos, el Evangelio de hoy nos vuelve a recalcar que al final de esta vida tendremos un encuentro con Jesucristo, Rey del Universo, y que al final de los Tiempos habrá un juicio: el Juicio Final. Este Juicio revelará que la Justicia de Dios triunfa sobre todas las injusticias cometidas por sus criaturas, y que su amor es más fuerte que la muerte. Esto nos llama a la conversión, ya que, sabiendo que vamos a ser juzgados, tenemos que convertirnos para estar bien preparados para ese Juicio.


19/11/2023

A veces nos parece que las personas malas son más felices que las que tratan de ser buenas. La rotunda realidad es que no es así. Ni siquiera en este mundo son más felices los que obran el mal. El peso que el mal produce en la conciencia no siempre puede ser acallado, pero además está la falta de paz en el corazón, porque sólo el que vive en el amor verdadero puede tener esta paz, que es la clave de la verdadera felicidad.

Pero además ocurre que, tal y como nos enseña el Evangelio de hoy, el Señor nos preguntará a cada uno, al final de la vida, qué hicimos con los talentos que Él nos dio. Nuestra inteligencia, nuestros recursos personales, nuestra destreza, ¿los pusimos al servicio del bien o al servicio del mal? Se nos preguntará esto. Luego ya no se trata sólo de la felicidad aquí en la Tierra, sino de la felicidad eterna. No vale por tanto poner en juego esta última, ni siquiera para conseguir una felicidad temporal que en realidad no va a ser tal.


12/11/2023

El Evangelio de hace dos domingos nos hablaba de una boda. El de este domingo lo vuelve a hacer. Llega el Esposo… Estamos preparándonos para una boda y el Esposo está por llegar. Los afanes de cada día nos apartan la mirada de esa boda y nos la centran en lo pasajero, en lo efímero, en lo que pasará y no regresará…

El Espíritu nos mueve en cambio a posar la mirada en aquello que no es efímero, en aquello que nunca acabará porque es nuestro destino eterno. Llega el Esposo, llega el día de nuestra boda, llega nuestra entrada a la Casa del Padre… Nos parece lejos pero está ahí, a la vuelta de la esquina. Hagamos como las vírgenes prudentes, que se aferran al aceite para mantener sus lámparas bien encendidas y ser así reconocidas por la Mirada del Esposo divino, que ya llega…


XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
“Ellos dicen, pero no hacen.”

05/11/2023

Si al escuchar hablar a Jesús de los escribas y los fariseos, de repente nos empiezan a venir rostros de personas conocidas a las que adjudicaríamos hoy sin dudar ese papel de “escribas» y de «fariseos”, lo más probable es que saquemos muy poco provecho al Evangelio de este domingo. Porque el Evangelio de este domingo, como todos en realidad, nos invita a apuntar más hacia dentro que hacia fuera, a examinarnos más a nosotros mismos y a descubrir qué tenemos nosotros también de “escriba» y de «fariseo”…

Si uno no encuentra nada en sí mismo de «escriba» ni de «fariseo», enhorabuena: ya está listo para ser canonizado y subido a los altares. Pero lo más habitual es que no sea así, y que, desafortunadamente, aún tenga camino por delante que recorrer y cosas que purificar en su interior, con ayuda siempre de la gracia de Dios. Y para eso están estos pasajes del Evangelio: para recordarnos a todos esos pequeños defectos que, demasiadas veces, detectamos antes en el prójimo que en nosotros mismos.


XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
“Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo”

29/10/2023

Dios no nos pide un simple afecto. No nos pide el cariño que a lo mejor nos mueve a visitar a un abuelo en su residencia un ratito a la semana, si es que ese ratito se lo dedicamos por verdadero cariño y no nos mueve más el compromiso que otra cosa, como les ocurre a no pocos católicos que acuden a Misa más por no querer faltar al precepto que por otro motivo… No, no es ese el amor que nos pide Dios a cada uno de nosotros. Dios nos pide el Amor por encima de todo amor. El amor exclusivo con el que se ama cuando se está verdaderamente enamorado. El amor que, aun amando a otras criaturas, sólo le dedicamos a ese ser especial que ocupa en todo momento nuestro pensamiento. Así nos pide Dios que le amemos: con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente.

Para ello es necesario conocerle, porque no se puede amar lo que no se conoce. Uno sólo puede amar así a Dios cuando ha tenido la experiencia del Amor de Dios. Para ello es necesario acercarse a Él, conocerle a través de las Sagradas Escrituras, a través de la escucha orante, de la atención a las señales que nos va dando en el día a día, y, sobre todo, a través de la frecuentación de los Sacramentos, de la Adoración Eucarística y la oración ante el Sagrario. Cuando empezamos a hacer visitas continuadas a la presencia sacramental de Cristo en el Sagrario, poco a poco nos vamos dando cuenta de que ahí no hay una mera forma de pan sacramentado, sino todo un Corazón que late. Una Persona que se nos va haciendo cada vez más sensiblemente presente y que nos sale siempre al encuentro.


XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

22/10/2023

La Iglesia está en el mundo, pero no es del mundo. La Iglesia no tiene que meterse en cuestiones de orden material o en política, pero sí tiene que recordar que esas cosas de orden material están sometidas a unos principios éticos, porque eso es de Dios. La moral, la ética, hacen referencia a Dios, y por supuesto comportan normas de comportamiento humano. No estamos metiéndonos en política cuando decimos “No matarás”. No estamos metiéndonos en política cuando decimos “No robarás”. No estamos metiéndonos en política cuando decimos que tenemos que honrar a nuestro padre y a nuestra madre. Todo esto que se conoce como leyes de derecho natural, que están recogidas en los Diez Mandamientos, pero que, más allá de la religión, tienen una base previa escrita en la propia naturaleza humana: los principios innegociables que forman la doctrina social de la Iglesia. Es decir, hay límites que un parlamento, que una democracia no deben traspasar. Y esto es lo que la Iglesia tiene que recordar.

Después, el cómo se hagan otras cosas, son cuestiones en las que la Iglesia no tiene que meterse. Pero esos principios básicos, los principios innegociables que se desprenden directamente de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, eso la Iglesia sí tiene que recordarlo, porque está cumpliendo con la misión de evangelizar que el Señor le encargó el día en que ascendió al Cielo. No es una tarea fácil, jamás lo ha sido, pero recordemos aquella famosa frase del Alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca: «Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios…» Es decir, hay cosas en las que tienen que gobernar los hombres, pero otras en las que es Dios quien tiene que gobernar.


XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
“El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo”.

15/10/2023

Jesús compara el Reino de los Cielos a la celebración de la Boda del Hijo del Rey, el Hijo de Dios. Todos estamos invitados a esta Boda, pero no todos aceptan esta invitación. Algunos, no sólo la rechazan, sino que reaccionan violentamente contra aquellos que les entregan la invitación del Rey. Sin embargo, el único requisito que necesita uno para entrar en esta celebración es ir vestido con el traje de fiesta.

El traje de fiesta es el Amor de Dios con el que nos revestimos al recibir el Espíritu Santo en el bautismo, es decir, el estado de gracia, que podemos perder a causa del pecado. El Rey sale entonces a la puerta a recibir a los comensales cuando he aquí que repara en uno que viene sin el traje de fiesta. «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?».

Nos dice la parábola que el otro no abrió la boca. No sólo no contesta, sino que ni siquiera abre la boca. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué quiere decir este silencio absoluto del comensal? ¿Es un silencio avergonzado de aquél que sabe que no tiene argumento posible para excusarse ante el Rey? ¿O es un silencio desafiante, de aquél que ni siquiera ante el Rey se amilana ni trata de reconocer su error y pedir perdón?

Sea como fuere, ese silencio resulta espeluznante, tanto más por el destino que le espera a este comensal. Mejor ponerse el vestido de fiesta, mejor cumplir este único y pequeño requisito que nos pide el Rey para poder entrar a disfrutar de la celebración


XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

01/10/2023

En el Evangelio de hoy, el propietario de la viña es Dios, la viña es el pueblo de Dios y los viñadores son los sumos sacerdotes, escribas y fariseos. Dios, que quiere percibir los frutos de su pueblo -frutos de amor, de Fe, de vida santa y piadosa-, envía a unos criados. Esos criados son los profetas, que invitan al pueblo a la conversión y a cumplir los Mandamientos. Pero resulta que los viñadores cogen y matan a esos criados.

Los fariseos, sumos sacerdotes y dirigentes del pueblo judío mataron a muchos profetas, porque no les interesaba escucharles, ya que les decían cosas que les incomodaba o dejaba en evidencia.

Hasta que Dios envió a su propio Hijo, Jesucristo, al que acabaron asesinando igualmente, negándose con ello a creer en la Buena Nueva y a convertirse. Eso hacían los fariseos, pero Jesús no se dirige exclusivamente a ellos. De igual manera nos habla a nosotros, que muchas veces también en cierto modo «matamos» al mensajero porque no nos interesa escuchar el mensaje, que nos invita a la conversión sincera y verdadera, a llevar una vida coherente con nuestra Fe, una vida que dé a Dios los frutos que espera de cada uno de nosotros.


XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?»

24/09/2023

Nadie se gana el Cielo. El Cielo se nos da, que es muy distinto. Nadie será capaz jamás de reunir los méritos suficientes como para ganarse el Cielo. El Cielo es algo que sobrepasa por completo todo nuestro entendimiento.

Y es algo que Dios nos quiere regalar a todos y cada uno de nosotros. Tan sólo hace falta una cosa: que, a pesar de nuestra indignidad, lo acojamos. Y hasta el final de nuestra vida estaremos a tiempo de hacerlo. Hay gente que tiene Fe desde niño, y otros que, por circunstancias de la vida, no descubren el Amor de Dios hasta la edad adulta e incluso hasta poco antes de morir…

Los jornaleros de la parábola se enfadan con el Dueño de la viña porque estiman que ellos han hecho más méritos que los jornaleros más tardíos, y tienen por tanto derecho a recibir mayor paga que ellos. Lo que no se les ocurre pensar a estos jornaleros es que la paga que reciben todos al final, que es el Cielo, sobrepasa por completo sus méritos, y, no sólo eso, sino que ellos han sido más afortunados que los jornaleros más tardíos ya que, al haber conocido antes al Dueño de la viña, que es Dios, han podido disfrutar durante más tiempo la gran ventaja para nuestra vida que supone el estar en esta viña.


XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»

17/09/2023

El número siete, en el lenguaje judío, significa siempre. Jesús nos pide que perdonemos siempre. Nosotros nunca podremos llegar a pagar nuestra deuda con Dios si Él no nos perdona.

Nunca. Nos la tiene que perdonar Él. Mientras que las deudas que tenemos unos con otros, sí que nos las podemos pagar. Por tanto, perdonar a un hermano nuestro, teniendo en cuenta lo que Dios nos perdona a nosotros, no es nada en realidad, porque es mucho más lo que Dios nos perdona a nosotros que lo que nosotros podamos perdonar a un hermano nuestro.

Cuando nosotros nos negamos a perdonar a un hermano, nuestro corazón se cierra, se hace duro, impenetrable… Y al cerrarse, nuestro corazón se vuelve impermeable a la Misericordia de Dios. Por eso Dios no nos puede perdonar. No porque no quiera, sino porque nuestro corazón endurecido no puede acoger su perdón. Por eso el Padrenuestro, que es una oración perfecta, nos recuerda que tenemos que perdonar a los que nos ofenden, como Dios perdona nuestras ofensas.


XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

10/09/2023

El Evangelio de este domingo nos habla del gran poder de la oración en común, ahora que tan necesitados de ella estamos en el mundo.

Uno de los grandes males de la sociedad actual es el individualismo, esa tendencia a encerrarnos en nosotros mismos, a contar sólo con nosotros, a hacerlo todo sólo por nuestra cuenta. Jesús, que quiere combatir de mil maneras esta mala tendencia -tan perjudicial para todos-, nos anima a orar en común.

Los grupos de oración tienen una gran importancia y suponen un gran beneficio en general. Los grupos de oración están creados para orar juntos, para orar en común. Los grupos de oración son una de las cosas que más bien hacen en la Iglesia y en el mundo entero. Dice el Señor que cuando un grupo se reúna para orar, lo que pidan el Señor se lo concederá. Y tenemos testimonios continuos de que esta promesa del Señor se cumple. Aprovechemos pues para hacer más oración comunitaria.


XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

03/09/2023

El Evangelio de este domingo es una nueva oportunidad para recordar que nuestro destino no está aquí en el Tiempo, en esta vida efímera y pasajera, sino en la Eternidad.

Esa Eternidad que ahora nos parece tan lejana, pero que en realidad está mucho más cerca de lo que pensamos. Sin embargo, especialmente hoy en día, parecería que el ser humano ha olvidado este concepto de Eternidad y vive esta corta vida terrenal como si esta fuera a durarnos para siempre.

Esta vida es sólo una preparación para la verdadera Vida, que es la vida eterna. Sin embargo, a pesar de su corta duración y de su carácter pasajero, en esta vida nos jugamos esa Eternidad, que será fruto de cómo hayamos vivido aquí, en el Tiempo. Nos dice el Evangelio de hoy, «y entonces pagará a cada uno según su conducta». Esto es por tanto lo que debería centrar nuestra atención: vivir esta vida con la perspectiva de la Eternidad, para obrar aquí de manera que en el Allí podamos disfrutar de una felicidad sin término.


XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

27/08/2023

La gente tenía ya un alto concepto de Jesús cuando Él hizo esta pregunta a sus discípulos. En sus tres años de vida pública, Jesús fue revelando poco a poco el Misterio de su Persona. No lo hizo de golpe.

Lo mismo que sus milagros fueron creciendo en poder a medida que se fue revelando. El milagro de la resurrección de Lázaro ocurrió poco antes de la Pasión, cuando ya las cosas estaban muy mal para Él y los fariseos y sumos sacerdotes tenían decidida su Muerte.

«Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?». A Jesús le importa mucho lo que cada uno de nosotros opina de Él. Y a cada uno de nosotros nos importa mucho la opinión que tengamos de Él, porque esta es la pregunta más importante, la que decide nuestra vida y nuestra Eternidad. Jesús no se nos da a conocer de golpe. Él se nos va revelando poco a poco. Por eso es tan importante perseverar. Porque perseverando le iremos conociendo mejor y Él se nos irá manifestando con mayor intensidad, especialmente a medida que se vaya acercando nuestro encuentro definitivo con Él.


XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas»

20/08/2023

Jesús estaba realmente maravillado con la fe de aquella mujer cananea, que no practicaba la religión judía… Quizás por ello Jesús esperó a que todos se fijaran en ella, que les iba detrás suplicando ayuda para su hija, y la puso a prueba delante de ellos «resistiéndose» aparentemente a su súplica, para no escandalizar a los judíos que les rodeaban en ese momento.

Finalmente no se pudo contener más y le concedió la gracia solicitada, admirado por esa fe tan inquebrantable.

El Señor a veces prueba nuestra fe… A veces parece no escuchar nuestros ruegos, parece esconderse, y su silencio nos confunde y caemos en la tentación del desánimo. Sin embargo, aunque esta reacción nuestra sea comprensible, no hay que caer en ese desánimo, sino actuar como la mujer cananea: insistir y confiar en que Dios no desoye ni una sola de nuestras súplicas. Él escucha, se toma sus tiempos, y, cuando llega el momento oportuno, actúa de una forma o de otra, siempre buscando lo mejor para nosotros.


XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?»

13/08/2023

Pedro llegó a dar algunos pasos caminando sobre el agua… Se fió del Señor y, sin entrar en más disquisiciones, «bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame».» En cuanto quitó la atención de Jesús para ponerla en aquello que le señalaban sus sentidos, perdió pie y comenzó a hundirse.

Evidentemente, no fue su propia capacidad humana la que le sostuvo aquellos primeros pasos sobre el agua. Fue la gracia de Dios. Pero aquella gracia pudo sostenerle gracias a la confianza plena que el apóstol puso en Jesús durante esos pocos segundos. Cuando la confianza disminuyó y se antepuso el raciocinio humano que le llevó a fijarse en la fuerza del viento, la gracia no pudo seguir actuando igual. Es decir, cuanto más confiemos en Dios, mayor capacidad le daremos a Él para obrar en nuestras vidas.


XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

06/08/2023

La Transfiguración del Señor

¿Qué es lo que pretende Jesús al transfigurarse delante de los tres discípulos que elige? Lo que pretende Jesús es prepararles para la Pasión. Lo que pretende es darles una mirada limpia sobre esta Pasión que les acababa de anunciar. Porque ellos, si Jesús no les ayudara en esto, acabarían teniendo una mirada totalmente deformada, una mirada falsa sobre la Pasión. Y esta mirada falsa estropearía toda su mirada sobre la vida. Si uno no sabe ver bien la Pasión, no sabrá ver bien la vida, porque la Pasión forma parte de la vida.

¿Cuál sería esa falsa mirada sobre la Pasión? La falsa mirada sería quedarse en lo meramente humano, viéndolo todo como algo negativo, como una desgracia para Jesús y para nosotros, sin trascender en su significado sobrenatural. Jesús quiso enseñar a sus discípulos a ver mucho más allá, mostrándoles que por esa misma Pasión se llega a la gloria de la Resurrección. Y esta es la mirada que debemos tener nosotros también sobre ella. La Pasión es el camino para la Resurrección. La Cruz es la escalerita que nos lleva al Cielo. Cambiando nuestra mirada, nos abrimos a la esperanza que nos traen la Pasión y Resurrección de Cristo.


XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

30/07/2023

«Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego.»

XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO.

Desde el domingo pasado en el que el Evangelio nos recordaba la parábola del trigo y la cizaña, todas las Lecturas de esta semana han ido girando en torno a la misma cuestión: ¿Qué fruto da cada uno de nosotros en función de la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón? Siempre con el telón de fondo del día de la cosecha, el día del Juicio Final, en el que seremos puestos en un sitio o en otro, en función de la respuesta personal e intransferible que cada uno haya dado a Dios.

Tenemos que procurar por tanto que nuestro corazón sea tierra buena, tierra en la que la Palabra de Dios arraigue y dé el mayor fruto posible. Esa tierra tiene por tanto que ser continuamente labrada, trabajada, cuidada. Uno tiene que estar pendiente de sembrarla con la Palabra, de regarla continuamente con la oración, de quitar las malas hierbas con la Confesión, de nutrirla y fortalecerla con la Comunión. Sólo de esta manera podremos evitar que se pierda nuestra cosecha cuando llegue el momento de la siega.


XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Dejadlos crecer juntos hasta la siega.»

23/07/2023

El trigo y la cizaña son idénticos en apariencia, pero muy diferentes en realidad. Cuando crecen, la cizaña se va englobando poco a poco. El trigo no. El trigo, a medida que va dando fruto, se va agachando, se va inclinando hacia abajo.

XVI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Cuanto más fruto tiene, más se inclina. Así ocurre con los cristianos. El cristiano verdadero, el que tiene fruto, aprende a humillarse. Pero el que no tiene fruto es como la cizaña, que aparenta tener fruto pero no se inclina, se mantiene erguida, orgullosa, inflada, aparentando tener mucho fruto, pero sin nada dentro.

Si se come esta cizaña, podría llegar a provocar incluso la muerte, porque es venenosa, no es buena. Sólo por esta inclinación, por este agachamiento, se puede distinguir al trigo maduro de la cizaña, que queda completamente expuesta al permanecer erguida, y lista para ser fácilmente segada sin dañar al trigo. Por eso dice la parábola «Dejadlos crecer juntos hasta la siega», simbolizando el día del Juicio Final, en el que quedarán las almas completamente diferenciadas para ser enviadas cada una al lugar que le corresponda.



XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.»

16/07/2023

Jesús, al igual que Dios Padre en el Antiguo Testamento, escoge a unos pocos para darles a conocer los secretos del reino. Pero no los escoge en un sentido discriminatorio, es decir, no en el sentido de incluir a unos y excluir a otros, sino que los escoge para manifestar en ellos con mayor intensidad cómo nos ama a todos, y, de esta manera, hacerlos testigos ante los demás de este Amor de Dios hacia todas sus criaturas.

Por tanto esta predilección conlleva también una mayor responsabilidad para aquellos que han sido escogidos, ya que, al haber recibido un don tan inmenso que otros no poseen, tienen el encargo de Jesús de ir a anunciarlo y compartirlo con esos otros, y no de callarlo o guardarlo para sí. Todo bautizado tiene pues una misión principal en su vida que es la de ser testigo de Cristo y anunciar el Evangelio a los demás.


XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón»

09/07/2023

Es admirable la mansedumbre y la humildad del corazón de Jesús. Un corazón manso significa, entre otras cosas, un corazón bueno. Jesús tiene un corazón infinitamente bueno.

Y Jesús es el perfecto reflejo del Padre, lo que quiere decir que el Padre también tiene un corazón infinitamente bueno. Parece algo obvio, pero no es así, y ojalá que todos pudiéramos comprender, en lo más profundo de nuestra alma y de nuestro corazón, que Dios es infinitamente bueno y no quiere otra cosa que nuestro mayor bien, tanto aquí en el Tiempo como en la Eternidad.

No pocas veces hacemos un Dios a nuestra medida, y como nuestra medida es pequeñita, como nosotros no somos infinitamente buenos, nos imaginamos a un Dios con nuestras propias características, un Dios que no termina de ser tan bueno, un Dios que no termina de perdonar del todo, un Dios que lleva cuentas del mal que hacemos… Pero no, Dios no es así. Y Jesús nos invita a observar e imitar esa inmensa bondad de Dios, para que podamos ir comprendiendo en profundidad esa bondad y seamos también capaces de transmitirla a otros.


XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por Mí, la encontrará.»

02/07/2023

XIII Domingo de  Tiempo Ordinario

La primera parte del Evangelio de hoy nos pone una exigencia: Dios tiene que ocupar el primer lugar en nuestra vida, y nuestro vínculo con Él tiene que estar muy por encima de todos los demás vínculos, familiares o sociales. Esto sólo lo puede pedir Dios, y es algo que pide a todo cristiano, sea cual sea su estado: casado, consagrado, célibe… La segunda parte es la Promesa que hace Cristo a todo aquél que obedezca a esta exigencia: recibir el ciento por uno.

Es decir, Cristo lo pide todo, pero a cambio da muchísimo más de lo que pide. Y lo da ya en esta misma vida. Él nos da siempre cien veces más de lo que nos pide o de lo que le damos nosotros a Él. ¿Qué nos frena pues para entregarnos totalmente a Él? ¿El miedo a ser perseguidos o escarnecidos por confesar nuestra Fe en Él? Él responde a esto: «El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por Mí, la encontrará.»


XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.»

25/06/2023

El Evangelio de este domingo nos habla del juicio final y de la vida eterna. En un mundo donde el miedo al dolor físico o a la muerte se ha convertido casi en actor principal en estos últimos tiempos, el Evangelio de hoy nos dice que el verdadero miedo que deberíamos tener es el miedo a perder esa vida eterna. Miedo a la muerte del alma, no tanto a la muerte del cuerpo, porque el cuerpo es temporal, pero el alma trascenderá.

Miedo al pecado que es el que mata nuestra alma. No estar en gracia de Dios es lo que debería darnos auténtico pavor. Pero no sólo por miedo al Infierno, sino por miedo a la sola posibilidad de perder a Dios para toda la Eternidad. Todos vamos a encontrarnos con Cristo al final de esta vida. Poder experimentar por un momento la Felicidad y el Amor tan grandes a los que hemos sido llamados por Dios y descubrir en ese momento que, por nuestra culpa, no vamos a poder disfrutarlos, esta sí que debería ser nuestra mayor pesadilla.


XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
«Al ver Jesús a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».»

18/06/2023

El Señor da prioridad a la enseñanza. El Evangelio nos dice que Jesús predicaba el Evangelio del reino y a continuación curaba toda enfermedad y toda dolencia. Es decir, primero enseñanza, primero evangelización, y, como consecuencia, la caridad, la compasión. El orden es claro y debe ser este.

La evangelización debe ser prioritaria, porque sin evangelización no puede haber esperanza en la vida eterna. Sin evangelización no puede haber verdadera caridad, sino mero sentimentalismo o como mucho una solidaridad según el mundo pide que se tenga, no como Dios pide. Es imprescindible la evangelización. Es fundamental. Es dar de comer al hambriento de verdad. Es cuidar a las ovejas descarriadas.


X DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

11/06/2023

La Eucaristía es una Pascua, porque realiza un paso en nosotros. A través de la Eucaristía pasamos de una vida humana a una vida divina. Pasamos de vivir una vida según este mundo a vivir una vida según Dios. Pasamos de ser simples seres humanos carnales a ser seres celestiales y divinos, porque Cristo nos convierte en su propia naturaleza y nos diviniza. nos santifica, nos transforma.

X Domingo de Tiempo ordinario

Al recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en forma de alimento, en lugar de convertirse ese alimento en nosotros mismos, como ocurriría con un alimento normal, es ese alimento, Cristo mismo, quien nos convierte en Él. Nos hace uno solo con Él. Es un misterio de una inmensa intimidad y algo extraordinario en lo que no pensamos lo suficiente. Hasta los ángeles se inclinan maravillados ante él, porque ni siquiera a ellos les ha sido dado este privilegio concedido al hombre.


IX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

04/06/2023

Tres Personas distintas, un solo Dios. La Santísima Trinidad es un misterio infinito de amor. Son tres Personas distintas formando una unidad, una familia divina, que se aman con un amor que no podemos imaginar, que no podríamos llegar a concebir sin morir nosotros mismos de amor. Nuestra naturaleza humana no soportaría en la carne tanto amor.

IX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Lo mismo que cuando nosotros somos felices, necesitamos compartir esa felicidad con otros, porque no la podemos contener y se nos desborda, así la Santísima Trinidad, en una locura de amor, ha querido compartir ese amor fuera de Ella misma con nosotros, criaturas creadas por Ella, y hacernos participar de ese mismo amor dentro de Ella misma. Injertados en Cristo, siendo uno con Él, nos convertimos en uno más de la Trinidad y participamos de su mismo amor.


VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente»»

19/02/2023

El perdón y la justicia son dos cosas distintas. El perdón es una actitud espiritual. La justicia es una cuestión legal. Un católico puede reclamar justicia con la conciencia tranquila. Es más, hay ocasiones en las que realmente hay que hacerlo, porque podría haber terceros afectados, es decir, cuando algo no sólo nos afecta a nosotros, sino que también puede afectar a otros. La justicia es algo que se puede reclamar o no, a libre voluntad del afectado.

En cambio, el perdón es lo que se nos exige siempre a los católicos. El perdón es una actitud del alma. Se puede perdonar incluso estando en medio de un pleito con alguien. El pleito tendrá que seguir su recorrido, pero uno no tiene que tener odio en el corazón. El odio nos hace daño, porque nos envenena el alma y nos mata por dentro.

Tenemos que recordar siempre que nosotros tampoco somos inocentes ante Dios y que estamos necesitados de su perdón. Si Dios nos perdona a nosotros aunque no lo merezcamos, nosotros debemos perdonar igualmente a los demás aunque ellos tampoco lo merezcan. Lo decimos en el mismo Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.»


VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.»

12/02/2023

Si uno se salta el semáforo en rojo porque le apetece, ¿tiene derecho a quejarse después, cuando es el otro el que se salta el semáforo en rojo y le atropella? Necesitamos unas normas, por tanto, que nos obliguen a respetar a los demás, para ser nosotros mismos respetados por los demás. Esto mismo es lo que viene a decirnos la regla más básica de la moral natural: «no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti».

Las leyes morales están para enseñarnos a comportarnos los unos con los otros y, de esta manera, protegernos a todos. Son, por tanto, una ayuda para todos, no una amenaza. Si abandonamos la moral so pretexto de ser más «libres», el resultado es la desprotección del más débil frente al más fuerte, lo que comúnmente llamaríamos la ley de la jungla. No sólo no nos hace más libres, sino que nos vuelve más vulnerables frente a todo tipo de abusos del que puede más.


V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«Vosotros sois la luz del mundo»

05/02/2023

El Evangelio de este domingo viene a recordarnos nuestra gran misión como cristianos: traer la Luz de Cristo al mundo. A un mundo que -hoy más que nunca- se haya en tinieblas. Tenemos asimismo una gran responsabilidad como es la de cuidar de que nuestra sal no se vuelva sosa por la tibieza o la mediocridad, siendo fieles al Evangelio de Cristo que hemos recibido, y no inventando falsos «evangelios».

¿Qué busca Cristo? La Salvación de todo ser humano. No de unos cuantos, sino de todos. Por tanto, debemos transmitir la verdad que se nos ha revelado tal y como es, y no engañar a nadie con falsos mensajes, tratando de amalgamar el Reino de Dios con el mundo, ya que entonces nuestra sal no serviría «más que para tirarla fuera y que la pise la gente».


IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»

29/01/2023

¿A qué se refiere el Evangelio cuando habla del pueblo que habitaba en «tinieblas y en sombras de muerte»? Se refiere al paganismo reinante en el mundo antes del Nacimiento de Cristo. Hoy ese paganismo se ha traducido en una sociedad que parece querer vivir de espaldas a Dios. Sin embargo, ahí sólo encontramos oscuridad, las «tinieblas y sombras de muerte» de las que habla el Evangelio. Ahí no hay ninguna luz.

IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

La luz grande que brilla en medio de los que habitan en tinieblas es Jesús. Él es la luz del mundo, pero también la luz de cada corazón. Si en un corazón falta luz, si en un corazón falta paz, si en un corazón falta amor… lo que falta es Jesús. Falta la luz de Cristo para iluminar todas esas oscuridades. Él ha venido a iluminar nuestra vida, nuestro corazón, todo nuestro interior. No busquemos pues fuera de Él lo que sólo en Él podemos encontrar.


III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»

22/01/2023

¿A qué se refiere el Evangelio cuando habla del pueblo que habitaba en «tinieblas y en sombras de muerte»? Se refiere al paganismo reinante en el mundo antes del Nacimiento de Cristo. Hoy ese paganismo se ha traducido en una sociedad que parece querer vivir de espaldas a Dios. Sin embargo, ahí sólo encontramos oscuridad, las «tinieblas y sombras de muerte» de las que habla el Evangelio. Ahí no hay ninguna luz.

La luz grande que brilla en medio de los que habitan en tinieblas es Jesús. Él es la luz del mundo, pero también la luz de cada corazón. Si en un corazón falta luz, si en un corazón falta paz, si en un corazón falta amor… lo que falta es Jesús. Falta la luz de Cristo para iluminar todas esas oscuridades. Él ha venido a iluminar nuestra vida, nuestro corazón, todo nuestro interior. No busquemos pues fuera de Él lo que sólo en Él podemos encontrar.


II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.»

15/01/2023

El Catecismo afirma que el pecado es el mal más grave que existe. ¿Por qué? Porque nos separa de Dios. Ni siquiera la muerte es capaz de separarnos de Dios, pero el pecado sí. Por eso vino Jesús a quitar el pecado del mundo y a devolvernos la gracia, que nos vuelve a unir a Dios.

San Juan Pablo II, en su Encíclica «Reconciliación y Penitencia», alertaba del peligro en el que hemos caído los católicos por haber perdido la noción de pecado, pasando de ver pecado en casi todo a no verlo en ninguna parte, de poner demasiado el acento en el miedo al Infierno, a dejar de creer en él, como si este hubiese dejado de existir y todo lo perdonara una mal entendida Misericordia de Dios.

Ni tanto, ni tan poco. El pecado existe y tiene consecuencias. La condenación eterna es posible, si uno llega al momento de la muerte en estado de pecado mortal. Esto es así y no debemos olvidarlo. Quizás deberíamos preguntarnos si hacemos bien dejando de hablar del pecado, mientras miles o millones de almas viven en peligro real de condenación por encontrarse completamente alejadas de Dios.


I DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.»

CICLO A

08/01/2023

Con el Bautismo, se abren los cielos para nosotros y el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, viene a morar en nosotros. ¿Somos realmente conscientes de este gran Milagro? No lo parecería, teniendo en cuenta el cada día mayor abandono de la práctica de la Fe y el auge, inversamente proporcional, del calado de ideologías y espiritualidades no cristianas en el seno de nuestra sociedad occidental.

¿Seríamos capaces de dejar de ir a cobrar un boleto de lotería premiado con millones de euros para ir a atender algo «inexcusable», que en realidad bien podría ser atendido en cualquier otro momento? Pues esto es lo que hacemos con el Tesoro de los Sacramentos cada vez que los abandonamos por razones que rara vez son tan «inexcusables» como pretendemos.

No solemos pensar demasiado en la hora de nuestra muerte, cuando es lo único seguro que tenemos en esta vida, pero si alguna vez se nos pasara por la cabeza pensar en ese momento que tarde o temprano llegará -ese sí, de manera totalmente inexcusable-, debemos tener en cuenta una cosa como cristianos, y es que lo que más nos pesará en ese momento será la cantidad de premios millonarios espirituales desperdiciados a causa de nuestra negligencia, falta de Fe, oración y amor al mayor Tesoro dado por Dios a la Humanidad: la Presencia viva entre nosotros de su «Hijo amado, en quien me complazco».


XXXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

20/11/2022

En esta celebración de Cristo, Rey del Universo, proclamamos que todo el poder y toda la autoridad en el Cielo y en la Tierra pertenecen a Jesucristo, crucificado y resucitado, que ha venido al mundo a revelar la verdad del Amor de Dios por todos, y que toda criatura debe someterse a su amorosa conducción.

XXXIV Domingo de Tiempo Ordinario

En esta celebración de Cristo, Rey del Universo, proclamamos que todo el poder y toda la autoridad en el Cielo y en la Tierra pertenecen a Jesucristo, crucificado y resucitado, que ha venido al mundo a revelar la verdad del Amor de Dios por todos, y que toda criatura debe someterse a su amorosa conducción.

Esta fiesta nos recuerda que, a pesar de todo lo que los poderes de la Tierra puedan hacernos o pedirnos, Cristo es el verdadero Rey que debe reinar en nuestros corazones. Los primeros cristianos quisieron encontrar un credo que resumiera toda su Fe, todo aquello en lo que ellos creían, y acuñaron entonces esta expresión: «Jesús es el Señor.» Con esto quedaba dicho todo.

Esta fiesta es cada año una ocasión para preguntarnos: «¿Es Jesucristo realmente el Señor de mi vida? ¿Le estoy dando realmente a Él todo el señorío? ¿O estaré acaso yendo detrás de otros «señores», detrás de otros ídolos, dando el señorío de mi vida a falsos «dioses» que nada tienen que ver con Dios?»

Como decía San Pedro, sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. Sólo Él nos entregó la Salvación por medio de su muerte y resurrección. Por eso Dios le dio el Nombre que está sobre todo nombre, y al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el Cielo, en la Tierra y en los Infiernos.


XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”».

13/11/2022

El Evangelio de este domingo nos habla del final de los tiempos. Jesús nos advierte de que vendrán muchos tratando de sustituirle. El apóstol San Juan se referirá a ellos como los «anticristos». Pero, ¿quién trata de sustituir a Jesús? Intentan sustituir a Jesús aquellos que dicen «Habéis oído que el Evangelio dice…, pero el Evangelio está anticuado para nuestro tiempo. Yo os digo…», o bien «Habéis oído que Jesús enseña…, pero lo de Jesús ya no sirve para nuestra época. Yo os digo…».

XXXIII Domingo de Tiempo Ordinario

Nadie, ni siquiera la misma Iglesia, puede enseñar algo distinto a lo que enseñó Jesús. Esto tenemos que saberlo y tenerlo muy claro. «Mirad que nadie os engañe.» Cuando alguien nos diga: «El Evangelio está anticuado. Hay que ponerlo al día. Lo que Jesús nos dijo hay que interpretarlo, porque en realidad ahora toca decir justo lo contrario a lo que Él dijo», este es uno de los anticristos de los que habla el Evangelio de este domingo.

Jesús es Dios. Y nadie puede corregir a Dios, porque sólo Dios es Dios. Nadie por tanto tiene potestad para decir que Jesús estaba equivocado, o que sus enseñanzas han quedado obsoletas y hay que actualizarlas, porque el que diga esto es un anticristo. «No vayáis tras ellos», nos advierte Él mismo en el Evangelio, porque «con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»


XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«No es Dios de muertos, sino de vivos».

06/11/2022

Decía San Pablo: » Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.» La Fe de los cristianos está puesta en la Resurrección y en la promesa de Dios de la vida eterna. Sin embargo, en un ejercicio de honestidad, preguntémonos si no estamos viviendo un poco como si no tuviésemos esa esperanza, comiendo y bebiendo como dice San Pablo, sin acordarnos de la vida eterna hasta que llega la hora de asistir a un funeral.

Sin embargo es nuestra Fe en el Cielo, en la eternidad, lo que debería movernos a los cristianos y lo que debería distinguirnos de aquellos que no tienen Fe. Es esa Fe en que la vida no acaba aquí en la tierra, lo que debería movernos a vivir aquí con la esperanza puesta Allí, en el Cielo, y a contagiar esa esperanza a los que no la tienen, ayudándoles a comprender que sus seres queridos, aquellos que nos han precedido, están vivos.

Y no dudemos jamás de esto último. Cristo ha resucitado. Hay vida eterna. Es un Dios de vivos, como dice el Evangelio de hoy. Nuestra verdadera patria es el Cielo. Nuestra meta, nuestro fin es vivir eternamente con Dios y reunirnos para siempre con aquellos que ya partieron. Hay esperanza. Contagiémosla a este mundo sin esperanza, en el que reinan la muerte y la tristeza. Que nuestra Fe ilumine a este mundo de tiniebla en el que los seres humanos agonizan por no conocer a Dios.


XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

30/10/2022

Zaqueo, al ser de corta estatura, no lograba ver entre tanta gente a Jesús. Así que «corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.» A nosotros nos pasa lo mismo que a Zaqueo, pero en otro orden. A nosotros nos cuesta ver a Jesús en medio del ruido del mundo: demasiados entretenimientos, preocupaciones, distracciones y cosas que hacer. Hoy también es difícil ver a Jesús.

Si queremos ver a Jesús, tenemos que hacer como Zaqueo: elevarnos. Elevarnos de las cosas de la Tierra, elevarnos de las distracciones mundanas, para poder ver al Señor. Dejar por un momento todas esas distracciones para dedicarle un tiempo a Dios. Si hacemos esto, Jesús también se parará a nuestro lado y nos dirá, como a Zaqueo: «Quiero alojarme en tu casa.»

Si llevamos algo de rutina espiritual semanal, una cierta disciplina de oración, Eucaristía, lectura de la Palabra, Sacramentos etc, en otras palabras, si vivimos de verdad nuestra Fe, no limitándonos a cumplir el mínimo de la media hora de Misa dominical, Jesús podrá entonces alojarse en nuestro corazón y decir de nosotros: «Hoy la salvación ha entrado en esta casa.»


XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

23/10/2022

¿Cuándo se enaltece el ser humano? El ser humano se enaltece cuando se pone en el lugar que no le corresponde, cuando trata de usurpar el lugar que sólo a Dios pertenece. Lo estamos viendo en nuestra época más que en ninguna otra anterior: el ser humano erigiéndose en «dios» y queriendo establecer por sí mismo lo que está bien y lo que está mal, al margen de Dios.

Esto no es más que la repetición constante del pecado original: el hombre pretendiendo ser como su Creador. El hombre que no quiere aceptar que el Bien y el Mal los determina Dios y el hombre, la criatura, obedece. El demonio entonces vuelve a tentarlo con el mismo fruto que usó para tentar a nuestros primeros padres, animándolo a la rebelión contra Dios, haciéndole creer que de esta manera logrará ser como Él.

El pecado original sigue siendo el pecado más actual de nuestro mundo. Por eso hoy en día molesta tanto oír hablar de Dios. Apenas se Le puede mencionar en sociedad y, en caso de hacerlo, nos vemos en la práctica obligación de tener que suavizar mucho el mensaje para que nadie se ofenda, porque si Dios existe, no podrían hacerse muchas de las cosas que hoy se hacen.

Por eso la humildad, como decía Santa Teresa de Jesús, es andar en verdad. El humilde reconoce y acepta sin problema la superioridad de Dios frente a la criatura. Y no sólo la reconoce y acepta, sino que descansa en ella, porque sabe que en esta superioridad de Dios residen precisamente su protección y seguridad frente al Mal. Por eso la humildad no solamente devuelve el descanso y la paz al alma, sino que nos hace agradables a ojos de Dios: «Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no».


XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Es necesario orar siempre, sin desfallecer.»

16/10/2022

La oración es el oxígeno del alma. La oración es nuestra manera de entrar en contacto con Dios, que es la Fuente de nuestra vida. Sin agua, la planta se marchita y muere. Lo mismo ocurre a nivel espiritual con el alma que no ora. Porque el ser humano no es un simple animal. El ser humano tiene un alma que debe cuidar con más esmero incluso que el mismo cuerpo físico.

XXIX Domingo de Tiempo Ordinario

En una época tan difícil como la que vivimos en este momento, el ser humano parecería haberse convertido en un animal racional, incapaz de mirar más allá del mero materialismo que se presenta ante sus ojos. Pero la dimensión de la vida humana abarca mucho más allá de lo que nuestros ojos pueden ver. Hoy corremos más que nunca el riesgo de conformarnos con vivir una vida meramente materialista, ocupada exclusivamente en satisfacer los apetitos y necesidades de la carne.

Pero entonces nuestra alma queda sofocada y se asfixia ante la falta de vida espiritual, que necesita el contacto constante con Dios. Porque Jesús no hablaba de rezar un ratito al día para pedir por nuestras necesidades. Jesús no hablaba de rezar tres Ave Marías antes de acostarse y listo. Jesús hablaba de orar siempre, en todo momento, y sin desfallecer.

Él nos anima a pedir con insistencia a Dios por nuestras necesidades, porque sabe que nos solemos acordar egoístamente de Dios cuando lo necesitamos. Pero Jesús lo que busca es que mantengamos un diálogo constante en nuestro corazón con Él. Que compartamos nuestras penas y alegrías, nuestra vida entera con Él, como quien vive con un Amigo invisible, porque la santidad que Él espera de nosotros consiste en vivir nuestra vida cotidiana con la mirada fija en Dios.


XXVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿Dónde están?»

09/10/2022

Sólo uno de los diez leprosos que Jesús acababa de curar, un samaritano, ni siquiera judío, se acordó de dar gracias por el inmenso don recibido, que realmente era muy grande, puesto que ser leproso, en aquella época, era como estar muerto en vida. Qué desagradecidos somos los seres humanos con Dios. Cuántos beneficios hemos recibido todos de Él, cuántos beneficios recibimos cada día, y qué poco se lo agradecemos.

XXVIII Domingo de Tiempo Ordinario

La oración de acción de gracias, no sólo es algo que le debemos a Dios, sino un bien que nos hacemos a nosotros mismos. El agradecimiento es una fuente de gozo y de alegría porque, cuando empezamos a darnos cuenta y a ser sensibles a todos los regalos que Dios nos hace, entonces somos mucho más felices, ya que empezamos a valorar y a saborear de verdad tantas cosas buenas como recibimos cada día de Dios.

La ingratitud es una enfermedad muy grave del corazón que lo endurece, lo insensibiliza al Bien y evita que seamos conscientes de las maravillas tan grandes que Dios va poniendo en nuestra vida, y que nos pasan totalmente inadvertidas. El agradecimiento, por el contrario, cura nuestro corazón y hace que empecemos a apreciar hasta los detalles aparentemente más pequeños e insignificantes, que en realidad son de gran importancia y necesidad en nuestra vida.

El agradecimiento no siempre viene solo, porque tendemos a dar las cosas por sentadas, por lo que hay que ejercitarlo. Pero, cuanto más se ejercita, más razones va encontrando para agradecer, porque Dios puede darse con mayor abundancia a los corazones que más se abren a Él y más bendiciones les puede hacer llegar. Con la gratitud, por tanto, siempre se gana. Con la ingratitud, en cambio, a veces se acaba perdiendo hasta lo que se tiene, por no saber apreciarlo, cuidarlo, ni valorarlo.


XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

02/10/2022

Cuando los apóstoles pedían al Señor aquello de «Auméntanos la Fe», ellos venían de haber hecho muchos milagros, de haber curado a muchos enfermos, de haber conseguido la admiración de mucha gente. Esta petición no la hacían por tanto porque su Fe hubiese mermado, sino porque querían hacer todavía muchos más milagros.

XXVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

El Señor les contesta: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.»» Los apóstoles debieron quedarse entonces sorprendidos ante esta respuesta de Jesús, ellos que llegaban tan triunfantes y posiblemente algo ensoberbecidos de sus hazañas.

Con esta respuesta Jesús les quería ayudar a bajarse un poco de las nubes y a recuperar la humildad, para que no olvidaran quiénes eran ellos, ni su pequeñez y limitaciones. Algo así como diciéndoles: «No olvidéis que si habéis conseguido todo eso, es porque Yo os he dado la gracia para ello. Permaneced por tanto humildes ante Dios. No os ensoberbezcáis por los dones que habéis recibido de Él.»

Esto nos lo podemos aplicar sin problema a nosotros mismos, con todos los dones que hemos recibido de Dios. Dones materiales pero también dones personales, como nuestras propias habilidades individuales. Son un regalo de Dios, no son mérito nuestro. Por tanto no debemos ufanarnos por ellos, por las cosas que tenemos ni por lo bien que hacemos esto o lo otro, porque todo eso nos ha sido dado por Dios para ponerlo al servicio de todos.


XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”

25/09/2022

En la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón, cuando Jesús habla de Moisés y los profetas, se está refiriendo a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Moisés fue el que recibió esos Diez Mandamientos y los profetas fueron enseñando después, a lo largo de los siglos, acerca de cómo quería Dios que nos comportásemos.

XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

El rico Epulón, viéndose ante Abraham en el momento de la muerte, reconoce que ni él ni su entorno hacían caso a estas Enseñanzas de Dios, pero «si un muerto va a ellos, se arrepentirán». A lo que Abraham contesta: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”.

¿Por qué? Porque a través de Moisés y los profetas, y ahora a través de toda la Palabra de Dios, que es Jesús mismo, el Verbo de Dios, el Señor nos habla al corazón. Y si cerramos el corazón a Dios mismo que nos habla, tampoco lo vamos a abrir porque un muerto venga a visitarnos, puesto que tenemos el corazón ya endurecido.

Nuestro mayor peligro, por tanto, es que nuestro corazón se endurezca y se cierre a Dios. Y esto es lo que debemos evitar, con la ayuda de la oración y de la vida sacramental.. Si nos agarramos a la mano de Jesús en el Sagrario y a la de María a través del rezo del Santo Rosario, será muy difícil que ese endurecimiento se produzca o, una vez producido, que se prolongue en el tiempo.


XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO:
«No podéis servir a Dios y al dinero.»

18/09/2022

Cristo no se está refiriendo con esta frase a las monedillas, que son el signo del valor de las cosas… No. Se está refiriendo al dinero convertido en espíritu, al dinero convertido en el materialismo feroz que hoy impera en nuestras sociedades, y que tanto daño ha hecho a la Humanidad, alejándola de Dios y de las cosas del espíritu.

Domingo de tiempo ordinario

Y no se limita al dinero. Lo extrapola a toda otra forma de idolatría, cuando dice aquello de «Ningún siervo puede servir a dos señores». El concepto de «señor» aquí hace referencia a Dios. El señorío de nuestra vida se lo tenemos que dar a Dios, al único y verdadero Dios. No podemos darle el señorío a otros «dioses» -falsos, puesto que sólo hay Uno verdadero-, porque acabaremos cayendo en diferentes formas de idolatría.

Si no tenemos clara la importancia del primer Mandamiento de la Ley de Dios, no podremos tener claro el camino en Jesucristo. El primer Mandamiento es el que nos libera de la idolatría, que es consecuencia del pecado original. El ser humano es un ser religioso, porque ha sido creado para amar y adorar a Dios. Esto es algo que no se puede cambiar, aunque uno pretenda vivir de espaldas a Dios.

Cuando no se adora a Dios, cuando no Le damos el señorío de nuestras vidas, se acaba inevitablemente adorando a otros «dioses», a falsos «dioses» como el dinero, la lujuria, los vicios, el poder.., y cayendo por tanto en el pecado de idolatría, que nos hace esclavos del falso «dios» que nos hemos buscado. Al darle el señorío a Dios, lo que hacemos es justamente lo contrario: liberarnos de esos yugos que nos esclavizan y arruinan nuestras vidas.


XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».

11/09/2022

Jesús acogía a los pecadores, no a su pecado, con el fin de salvarlos. Hoy esto se nos olvida y lo confundimos. Confundimos la Misericordia de Dios con la tolerancia al pecado. Jesús no hacía esto. Jesús acogía con misericordia a la persona, pero no al mal que cometía la persona. En la parábola del hijo pródigo que nos trae el Evangelio de esta semana, el hijo vuelve arrepentido a casa y esta vuelta supone un cambio de vida, un dejar atrás su pasado de pecado. Vuelve para portarse bien, o al menos para intentarlo.

XXIV Domingo de Tiempo Ordinario

La Misericordia de Dios es infinita, pero la Misericordia de Dios es con las personas, no con los pecados de las personas. El Señor no tiene misericordia con los crímenes, con las injusticias, con los abusos, con la violencia… No tiene ninguna misericordia con el mal que cometen los pecadores. El Señor tiene misericordia con el que comete esos pecados, cuando este se arrepiente. Y le perdonará tantas veces como sea necesario, pero él tiene que tener propósito de enmienda, es decir, el deseo de no volver a pecar.

Entendamos bien esto, porque si no destrozamos el mensaje de Jesús. El Señor se acerca a nosotros, nos abre de par en par las puertas de su corazón y nos dice: «Lejos de mí no estás bien. Lejos de mí estás con el demonio. Lejos de mí no eres feliz, estás comiéndote la herencia, como el hijo pródigo, perdiendo el tiempo… Ven, vuelve a casa. Te estoy esperando. Pero deja atrás esa vida de pecado, que ha sido la que te ha separado de mí.»


XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.»

04/09/2022

Jesús nos ganó la Salvación en la Cruz. El Evangelio nos invita a conocer la gran Promesa de Cristo, que es resucitar con Él si nos crucificamos en vida con Él. El Evangelio nos enseña que, para poder alcanzar la corona de la Resurrección con nuestro Señor, tenemos que recorrer primero nuestro camino llevando nuestra cruz a cuestas, así como Él cargó con la suya.

Vivimos en un mundo de comodidades y velocidades, donde la gente no quiere hacer ningún esfuerzo, sino buscar la forma más rápida y cómoda de alcanzar todo cuanto desea, y por tanto la Cruz no está invitada. No interesa. Nosotros, como hijos de Dios, sabemos que en la vida no se trata de buscar el camino más rápido ni más cómodo, sino acerca de hacer la Voluntad de Dios. Y la Voluntad de Dios es ante todo nuestra santidad, necesaria para poder entrar en el Cielo.

Esa santidad se alcanza con el trabajo y el esfuerzo diarios que hacemos nosotros para asegurarnos de que, a medida que caminamos hacia el fin de esta vida, estemos transformándonos y convirtiéndonos en personas buenas, cambiando este corazón tan rebelde con el que crecimos al entrar en contacto con un mundo tan materialista y seductor.

La propuesta que nos hace Jesucristo en el Evangelio es que, a pesar de estar en el mundo, nos aseguremos en todo momento de no pertenecerle al mundo, y que podamos vivir siempre con esa esperanza puesta en la Resurrección en el Señor, caminando en pos de Él, para poder alcanzar la gran Meta del Cielo al final de nuestra peregrinación terrenal.


XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

28/08/2022

Jesús no dice «al que humillan», sino «al que se humilla». ¿Cómo se produce esta humillación? A veces uno la busca y otras viene sola. Uno la busca cuando voluntariamente elige ponerse en el último lugar, por ejemplo, cuando desea no ser reconocido por algo bueno que ha hecho, o evita que se sepa, o permite que sea elogiada otra persona cuando en realidad le correspondía ser elogiado a él, etc.

Jesús no dice «al que humillan», sino «al que se humilla». ¿Cómo se produce esta humillación? A veces uno la busca y otras viene sola. Uno la busca cuando voluntariamente elige ponerse en el último lugar, por ejemplo, cuando desea no ser reconocido por algo bueno que ha hecho, o evita que se sepa, o permite que sea elogiada otra persona cuando en realidad le correspondía ser elogiado a él, etc.

Pero hay otras muchas veces en las que uno no busca la humillación y se la encuentra sola en el camino. En la familia, en el trabajo, en la salud, en tantas circunstancias en las que esta humillación puede surgir de manera espontánea, sin haberla buscado uno. La humillación en esos casos cuesta mucho más, porque no la ha elegido uno.

¿Qué hay que hacer en estos casos? Primero de todo, fijarnos en Jesús, que por amor a nosotros y sin culpa alguna fue el primer humillado, y que, por ese mismo amor a nosotros, aceptó la humillación. Delante de los problemas, delante de la cruz, hay que pedir ayuda. Nadie es suficientemente santo, suficientemente fuerte como para decir: «Me gozo con las humillaciones y lo puedo hacer yo solo».

No es verdad. Necesitamos pedir ayuda: «Señor, ayúdame. Dame la luz, dame la sabiduría para saber qué debo hacer y dame la fuerza para hacerlo, porque sin Ti, yo no puedo hacer nada.» El que acepta así la cruz, el que se humilla así por amor al Señor y se lo ofrece a Él, el Señor lo enaltecerá en su momento.


XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha»

21/08/2022

Jesús quiere evitar que nos formemos un concepto de salvación «facilona», es decir, que creamos que con nada que hagamos nos salvamos, con alguna cosita buena que hayamos hecho en nuestra vida. Sin embargo, las exigencias espirituales a las que somos llamados, especialmente los cristianos, que lo hemos recibido todo de Cristo, son bastante más elevadas.

«Esforzaos», dice el Señor. Mientras la puerta esté abierta, aunque el camino sea empinado y esa puerta sea estrecha, el Dios de la Misericordia te estará esperando y bastará tu sincero arrepentimiento para que puedas cruzarla. Pero ¿qué es lo que hace falta? Lo primero que hace falta es saber que hay que cruzar la puerta.

Aquellos que están dibujando un camino al uso del mundo, pensando que así atraerán a más gente a la Iglesia, se equivocan, y lo único que podrían conseguir es conducir, a los pocos que pudieran atraer de esta manera, hacia la perdición. Son necesarias las obras para poder entrar en el Reino de los Cielos. Lo dice de manera muy clara el Señor: «Aunque hayáis comido y bebido Conmigo, no sé quiénes sois porque no habéis tenido las obras de la Misericordia y del amor a Dios y al prójimo.»

Esfuérzate en entrar por la puerta estrecha mientras esté abierta. Tienes que saber que hay una vida eterna, y que hay un Premio y un Castigo. Que no te engañen con esto. También tienes que saber que, si caes, Dios te va a perdonar hasta el momento en que se cierre la puerta, es decir, hasta el último instante de tu vida. Aunque seas un pecador, Dios es el Dios de la Misericordia. Pero esfuérzate y lucha,


XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.»

14/08/2022

Decía el santo cura de Ars: «Si en tu caminar no te golpeas de frente con el diablo, es porque estás caminando en la misma dirección que él». Así es en realidad la vida de todo cristiano, especialmente en los tiempos que corren, si desea ser fiel al Evangelio. Se topa con toda clase de obstáculos y oposiciones, porque la paz que vino a traer Cristo no es la paz del mundo.

Esto lo dejó muy claro en el Cenáculo, pronunciando aquellas famosas palabras: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.» El mensaje de Cristo es un mensaje desgarrador en el sentido en que nos compromete y nos obliga a renegar de las artimañas del mundo. La paz de Cristo no es sinónimo de ausencia de conflictos. Muy al contrario, es fruto de una lucha constante contra el Mal.

La Tierra es un campo de batalla espiritual entre las fuerzas de Dios y las fuerzas del Mal por las almas, y los cristianos hemos sido alistados en el Ejército de Dios. El Evangelio de hoy nos dice que Cristo vino a traer fuego al mundo, el fuego del Espíritu Santo, para renovarlo y purificarlo. Nosotros estamos llamados a ser esas antorchas encendidas que incendien e iluminen el mundo con su palabra y su testimonio.

El premio, que es el Cielo, siempre superará con creces el esfuerzo y sufrimientos que conlleve nuestro peregrinar por este mundo. Porque, como decía San Pablo, nosotros no corremos como los atletas del mundo, que se privan de todo y lo hacen para obtener una corona que se marchita. Nosotros corremos por una corona incorruptible que durará para toda la Eternidad.


XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.»

07/08/2022

La Lectura de este domingo nos vuelve a insistir en la importancia de tener el alma siempre preparada, porque en cualquier momento podemos ser llamados a la Presencia de Dios. A lo largo de todo el Evangelio Jesús irá haciendo hincapié en esto, precisamente porque la muerte viene sin avisar, y nos podría pillar por sorpresa.

Estos últimos años y los acontecimientos mundiales que se vienen dando nos alertan igualmente en este sentido: no sabemos el día ni la hora. La muerte no respeta edades ni condiciones. Puede ser en cualquier momento y por cualquier circunstancia. Por eso hay que mantenerse siempre en vela, con la lámpara bien encendida.

Lo mismo que cuando nos marchamos de viaje a un país extranjero procuramos estar bien preparados, con la documentación y el equipaje que podamos necesitar allí, debemos estar igualmente bien preparados para nuestro viaje al Cielo, para cuando nos llegue el momento de embarcar.

Nosotros estamos en el «aeropuerto» terrenal, pero no sabemos a qué hora sale nuestro «avión» hacia el Padre. En el momento menos pensado pueden llamarnos a embarque, y tenemos que tener todo listo, porque el avión no espera. Sale puntual, a la hora exacta. Y, como nos dice Jesús, dichoso y bienaventurado será aquél al que la hora de partida le pille bien preparado.


XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”

31/07/2022

Esta es la máxima con la que deberíamos vivir cada día de nuestra vida: esta misma noche nos pueden reclamar el alma. ¿De qué nos servirán todos los bienes materiales o éxitos humanos que hayamos podido atesorar? Nada de todo eso nos acompañará cuando el alma abandone el cuerpo. Lo único que nos llevaremos con nosotros serán el Amor y la Luz de Dios que hayamos acumulado en nuestra alma gracias a una vida de unión estrecha con Él.

XVIII Domingo de Tiempo Ordinario

El que ora cada día, el que frecuenta los Sacramentos, el que lleva una vida de Fe y oración y practica la verdadera caridad cristiana, ese va acumulando una Luz y un Amor en su alma que vienen de Dios. Esa Luz y ese Amor iluminan al alma cuando, llegada la muerte, aquella abandona el cuerpo y entra en el mundo espiritual, es decir, en la Eternidad.

En ese momento, el más trascendental de nuestra vida, el alma necesitará esa Luz y ese Amor para poder elevarse hacia Dios, para poder volar hacia el Cielo. Si en la vida nos hemos dedicado a vivir por y para los bienes terrenales, olvidándonos del Cielo, nuestra alma no habrá acumulado Luz, y, en el momento de la muerte, podría quedar envuelta en oscuridad.

Por eso es tan importante recordar que no somos únicamente carne, que tenemos un alma en nosotros que cuidar y alimentar para que, al final de esta vida, pueda entrar con mucha fuerza y con mucha Luz a la Vida eterna.


XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.»

24/07/2022

El Señor nos enseña y nos anima a pedir. Siempre estamos necesitados de la Ayuda de Dios, pero pedimos poco. Demasiado poco. A veces parecería que estamos esperando que las cosas nos caigan por sí solas del cielo… Tenemos que pedir. “Pedid y se os dará”, nos dice el Señor. No pedimos lo suficiente, que es lo mismo que decir que no oramos lo suficiente.

XVII Domingo de Tiempo Ordinario

Queremos que nos vengan las cosas sin hacer oración, porque la oración nos resulta demasiado tediosa. Y sin embargo es la única manera que tenemos de comunicarnos con Dios y de poder pedirle todo aquello que necesitamos. Y a Él le agrada mucho esta conversación nuestra con Él.

Esta oración es siempre escuchada, aunque Dios no nos conceda todo aquello que pedimos, porque sólo Él sabe si nos conviene o no, con miras siempre a la Eternidad, que es lo más importante para Él. La oración es el oxígeno del alma. Sin ella, el alma se asfixia, y al final lo que domina es nuestra humanidad, demasiado inclinada al mundo y al pecado. No podemos vivir sin la oración.

La oración no es simplemente “salmodia”. Mucha gente confunde rezar con orar. Rezar, recitar oraciones, es una forma de oración. Pero podemos orar también hablando directamente con Dios en nuestro corazón, como quien habla con su mejor Amigo. Si mirásemos así la oración, no nos resultaría tan tediosa, y nos daríamos cuenta de que la Presencia de Dios se deja sentir en nuestra vida cuando mantenemos una relación verdadera y estrecha con Él.


XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

17/07/2022

Jesús no corrige a Marta por su activismo, por su deseo de hacer cosas, sino por querer abarcar más allá de sus posibilidades, lo que hace que pierda la paz y acabe faltando a la caridad enfadándose con su hermana María, que está en ese momento totalmente absorta en el Señor, recogida, guardando en su corazón las enseñanzas de Jesús.

No se trata de que no podamos tener actividad, incluso una actividad grande, abundante. Se trata de buscar un equilibrio en nuestra vida. Cuando la actividad supera nuestras fuerzas y por tanto nos desequilibra, nos quita la paz y no nos deja tiempo ni para la oración, ahí es cuando vienen los problemas.

Todo tiene que tener un equilibrio en la vida, y nosotros, como cristianos y creyentes en el Señor, debemos buscar ese equilibrio entre la actividad y la oración, siendo esta segunda la mejor parte, como nos dice en el Evangelio, porque es la que da sentido a nuestra vida y la que nos da fuerza para afrontar la primera, que no debería estar desligada de la vida espiritual.

Lo bonito sería que cada cristiano pudiera trabajar con el corazón en el Señor, con el alma en oración y con la mente centrada en Dios. Porque entonces todo ese trabajo sería un ofrecimiento al Señor, que es nuestra misión en este mundo, del que Él se podría servir para su Obra de Redención. Esa es en realidad la vida de unión que Él busca con nosotros, para poder seguir derramando muchas gracias en este mundo, tan necesitado de Él.


XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?»

10/07/2022

La caridad cristiana no tiene nada que ver con el «buenismo» social. Dios no nos pide ser «filántropos», sino amar al prójimo con su mismo Amor, como Él nos ha enseñado. Un filántropo puede creer estar haciendo un bien a los demás apoyando y promoviendo cosas que no son buenas, que no gustan a Dios y que pueden dañar espiritualmente a nuestros hermanos.

Como cristianos, conocemos los Diez Mandamientos, conocemos la Palabra de Dios y conocemos qué es lo que Dios nos pide. Y nos lo pide por nuestro bien, por el bien de nuestras almas, la nuestra y la de nuestros hermanos, porque aquí en la Tierra estamos de paso. Aquí tan sólo somos peregrinos camino de la Patria Celestial, rumbo a la Casa del Padre. La vida terrenal es apenas un momento en la Eternidad.

Y sin embargo, en este minúsculo momento, nos lo jugamos todo. Nos jugamos la Eternidad. Por lo tanto, es de vital importancia no perder el rumbo, no perder el Norte de Dios, y ayudarnos los unos a los otros a retomar el camino cuando uno de nosotros se desorienta, se malogra y se pierde, para que todos podamos llegar un día a esa Meta y reunirnos, sin que falte nadie, en la gran Familia de Dios.


XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo.»

03/07/2022

Lo mismo que Adán y Eva tuvieron una prueba de obediencia -no comer del árbol del conocimiento del Bien y del Mal-, los ángeles del Cielo tuvieron la suya: servir al ser humano, criatura poco inferior a ellos, que Dios iba a crear en la Tierra.

XIV DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Luzbel, el ángel más bello de todos, el más poderoso -sólo Dios era superior a él-, se llenó de soberbia y rechazó servir al hombre. En su rebelión contra Dios arrastró a muchos otros ángeles, que le siguieron. En total un tercio de los ángeles del Cielo. Entonces hubo una batalla en el Cielo entre los ángeles fieles a Dios -encabezados por San Miguel-, y los rebeldes.

San Miguel y los suyos ganaron la batalla y los ángeles rebeldes cayeron del Cielo. Desde entonces Luzbel pasó a llamarse Lucifer o Satanás, y, por odio y envidia al hombre, y junto al resto de ángeles caídos, comenzó una guerra contra él y contra Dios que durará hasta el final de los Tiempos.

Esta guerra se sigue librando hoy en día en el mundo, y la actualidad nos muestra lo cruenta que está en estos momentos. No debemos olvidarlo, ya que nosotros todavía estamos camino de la patria celestial, y es aquí donde nos lo jugamos todo. Estamos aún en el campo de batalla espiritual, y, como buenos soldados, debemos estar despiertos y vigilantes, y mantenernos fieles y obedientes a Dios, para poder salir triunfantes.


XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

26/06/2022

«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».

«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». ¿Se contrapone Cristo a nuestra familia? ¿Quiere quitar el Señor el lugar que nuestra familia ocupa en nuestro corazón? Dios nunca lucha contra los hombres. Nunca. Dios, que nos creó, sólo quiere nuestro bien. Dios, que nos ama, sólo desea que seamos verdaderamente libres y podamos desarrollarnos como personas.

¿Cuál es entonces el significado de esta exigencia de Jesús? El sentido es bien claro: Dios es el Señor, y, por lo tanto, como Dueño y Creador de todo, reclama el lugar que le corresponde, que es el primer lugar en nuestra vida. Esto es un beneficio para nosotros, porque si le damos a Él el primer lugar en nuestra vida, nosotros estamos bien y los demás están seguros.

El demonio nos tienta con el razonamiento opuesto, haciéndonos creer que Dios quiere esclavos y que sólo seremos verdaderamente libres cuando nos liberemos de Él. Examinemos todas las filosofías e ideologías que han partido de este razonamiento errado y han querido desterrar a Dios de la vida humana. ¿Acaso han traído más libertad, más paz, más promoción del bien común y, por tanto, de la dignidad de la persona? Todo lo contrario.

Es categóricamente falso que cuando el hombre se pone en el centro, quitando a Dios, todo vaya mejor y uno sea más libre. Sólo cuando le ponemos a Él en el centro y en el primer lugar de nuestras vidas, todo se ordena como es debido y funciona. Por eso nos lo pide: porque sabe que somos nosotros los que lo necesitamos. Y el primero que nos dio ejemplo de esto fue el propio Cristo, que nos trajo la Salvación poniéndose en obediencia al Padre.


XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Solemnidad del Corpus Christi

19/06/2022

Cada solemnidad eucarística es una oportunidad que se presta para recordarnos el gran Milagro que tiene la Iglesia: a Dios Vivo entre nosotros. Dios Vivo hecho pan para nosotros, para que podamos recibirle, tenerle en nosotros, aprehenderle y dejarnos aprehender también por Él.

Verdaderamente no somos conscientes los católicos de lo tremendamente afortunados que somos. De lo contrario, no veríamos lo que estamos viendo: iglesias vacías, Sagrarios solitarios, precisamente en un mundo y en una época en la que deberían estar abarrotados, por la necesidad acuciante que tenemos ahora mismo de la Providencia divina.

Personas pertenecientes a otros credos nos señalan como excusa para no acercarse a Cristo: si los católicos realmente creyésemos que Dios está Vivo en ese pedacito de pan, las iglesias no sólo estarían llenas, sino que tendríamos que recurrir a la policía o al ejército para custodiarlas. Y, sin embargo, se tienen que cerrar al público porque no hay nadie que las visite.

La gente hoy en día sufre, cae en depresión, muchos incluso llegan a tomar decisiones extremas… y El que puede ayudarnos se queda solo, en ese Sagrario, esperando en su soledad a que alguien venga a pedirle socorro, ayuda, amparo, fuerza, consuelo…

La Eucaristía no es «algo». La Eucaristía es Alguien. Es una Persona, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad: Jesús. El mismo Jesús que curaba enfermos y resucitaba muertos. El mismo Jesús que expulsaba demonios y caminaba con los apóstoles por las calles de Nazaret. El mismo Jesús que puede ayudarnos hoy en día en nuestros pequeños o grandes problemas cotidianos, si tan sólo nos abrimos y recurrimos a Él.


XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Solemnidad de la Santísima Trinidad

12/06/2022

Todos en la vida buscamos siempre la Verdad. Todos tenemos, porque Dios nos ha creado así, un deseo innato -inscrito en nosotros desde el mismo momento en el que comenzamos a existir-, de saber, de conocer, de encontrar la Verdad. El ser humano tiene sed de Verdad, aunque luego su pecado le haga acallar esa sed o tratar de saciarla con cosas que no son de Dios.

Xi Domingo de Tiempo Ordinario

Este deseo de la Verdad es en realidad un deseo de Dios, porque Dios es esa Verdad con mayúsculas, la suma Verdad, y todas las demás verdades provienen de Él. La mentira viene cuando nos ausentamos de Dios, cuando nos alejamos de Él, como hicieron nuestros primeros padres, Adán y Eva, cuando intentaron ocultar a Dios su pecado.

«El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena». El Espíritu Santo es el que nos guía hasta la Verdad plena de Dios, y por tanto hasta la felicidad plena. Porque el que vive en la Verdad, es decir, cerca de Dios, es libre y es feliz. El que vive en la mentira, en el pecado, lejos de Dios, es esclavo y vive con miedo.

«Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.» El Espíritu Santo no se inventa lo que dice, sino que habla de lo que oye al Padre y al Hijo. El Padre y el Hijo viven en un diálogo eterno de amor, del amor inmenso que se tienen entre ellos, y del amor inmenso que tienen por nosotros, porque todos y cada uno de nosotros somos muy importantes para ellos.

El Espíritu Santo, cuando actúa en nosotros, no se revela a sí mismo, sino que habla del Padre y del Hijo. Dice el Catecismo: «Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué el mundo no puede recibirle: porque no le ve, ni le conoce. Mientras que los que creen en Cristo le conocen porque Él mora en ellos.» Dios llena el corazón de sus fieles con la Luz del Espíritu Santo para que Él los guíe y les dé siempre su consuelo.


VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?»

27/02/2022

La moral cristiana, recogida especialmente en el sermón de las bienaventuranzas, no tendría sentido sin la perspectiva de una vida eterna. Olvidando en la práctica la existencia de esta vida eterna, la moral cristiana se convierte en algo cada vez más difícil de entender y de practicar, cuanto más de defender y de argumentar ante una gran mayoría, no ya de gente sin Fe, sino incluso dentro de los que aún dicen tenerla…

La vida aquí en la Tierra es sólo una pequeña parte del conjunto de la vida de cada alma. Pero esa pequeña parte es importantísima, porque determina el resto, es decir, la vida eterna. Suprimiendo esta perspectiva de conjunto, acabamos viviendo como ateos, pensando que todo se reduce a la vida terrenal. Aunque no neguemos tácitamente la existencia de la vida eterna, con la práctica sí lo hacemos.

VIII Domingo de Tiempo Ordinario

Hoy resulta muy incómodo hablar de cosas como el Juicio, el Infierno o el Purgatorio. Pero sucede que, suprimiéndolas, todo lo demás queda reducido a unos simples consejos, cada vez más antipáticos e incomprendidos por una sociedad cada día más alejada de la Fe, que nos grita desde las cuatro esquinas: «Haz lo que quieras, tienes derecho a ello».

Sin embargo este «Haz lo que quieras» se topa con un gran problema: la realidad. Esa realidad que viene siempre a mostrarnos que ese «Haz lo que quieras» tiene un precio, generalmente más alto que bajo, no sólo en la vida eterna, sino aquí mismo, en la Tierra. Esa realidad que viene siempre a demostrarnos con toda su crudeza que las normas de Dios no están puestas por capricho o para fastidiarnos, sino que son buenas y muy necesarias para nosotros.

Con esta perspectiva de conjunto podemos entender mejor el Evangelio de este domingo, en el que Jesús viene a recordarnos que lo que a nosotros nos interesa es obedecer a Dios, y no fijarnos tanto en lo que hagan o dejen de hacer los demás. Haz tú lo que sabes que Dios te pide, y no estés tan pendiente de lo que hace el de al lado. Porque, si lo haces, te irá bien y no acabarás como esos pobres ciegos, que se dejan arrastrar al hoyo por otros guías ciegos.

Con esta perspectiva de conjunto podemos entender mejor el Evangelio de este domingo, en el que Jesús viene a recordarnos que lo que a nosotros nos interesa es obedecer a Dios, y no fijarnos tanto en lo que hagan o dejen de hacer los demás. Haz tú lo que sabes que Dios te pide, y no estés tan pendiente de lo que hace el de al lado. Porque, si lo haces, te irá bien y no acabarás como esos pobres ciegos, que se dejan arrastrar al hoyo por otros guías ciegos.


VII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian.»

20/02/2022

«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian.» ¿Cómo amar a nuestros enemigos? ¿Cómo hacer el bien a los que nos odian? Una primera clave para ello estaría en aprender a diferenciar el amor del entimiento. Son dos cosas independientes, que no necesariamente tienen que ir juntas. Porque ¿Cómo me va a producir buenos sentimientos ver a mi prójimo practicar el mal o la injusticia? Entonces, si esa persona me provoca dolor, rechazo o enojo, ¿ya no puedo cumplir lo que Dios me pide?

Sí, si podemos, porque el amor es un acto voluntario, que no necesita ir acompañado de sentimientos a favor. El sentimiento es involuntario, no lo puedo evitar, pero el amor es el que me mueve a optar por el bien, a no dejarme llevar por esos sentimientos o instintos negativos, y a sobreponerme a ellos, por ejemplo, no devolviendo mal por mal.

Si además de esto, encima me porto bien con esa persona, la trato como a lo mejor no merecería su comportamiento, ya sea haciéndole un bien o simplemente rezando por ella, para que Dios le toque el corazón y le dé luz para ver su comportamiento injusto, todavía mejor.

Solemos tener un concepto equivocado del amor, porque lo relacionamos con el sentimiento. Entonces esto nos lleva a pensar que somos incapaces de amar a nuestros enemigos. Sin embargo esto no es así. Se puede amar a una persona incluso experimentando sentimientos negativos hacia ella. La cuestión está en sobreponerse a lo que nuestra naturaleza humana nos arrastraría a hacer, y en hacer lo que Dios nos pide.

Pero, evidentemente, esto es muy difícil hacerlo sin la ayuda constante de Dios. Por eso, la segunda clave estaría en mantenerse muy cerca de Él, llevando una vida de oración y de sacramentos, que son el canal por el que nos llega toda esa gracia, toda esa ayuda de Dios, tan esencial para poder llevar a cabo la ardua tarea de amar a nuestros enemigos.


VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

13/02/2022

La Cruz de Cristo nos lleva al Cielo. En esto podríamos resumir someramente lo que viene a decirnos el Evangelio de este domingo. Quien se acoge a esa Cruz, llega al Cielo. Es como la escalerita que nos sube a él o, si queremos, el puente que une la vida terrenal con el Cielo, y que evita que caigamos en el Abismo que los separa.

Sin embargo, para muchos la Cruz de Cristo es sinónimo de pruebas y de sufrimiento, y acaban negando la Cruz y alejándose de Cristo creyendo que con ello van a evitar las pruebas y el sufrimiento en sus vidas, cuando esto es sencillamente irreal e imposible. Las pruebas y el sufrimiento son inherentes a toda vida humana, ya que la Tierra no es todavía el Cielo.

En el Cielo no habrá más sufrimiento, no habrá dolor, no habrá muerte, no existirá la enfermedad ni todo el mal que padecemos aquí en la Tierra. Pero mientras estemos en esta vida terrenal, estaremos expuestos a todas estas cosas. Tratar de negar esto y creer que haciendo esto o lo otro vamos a poder evitar la prueba y el sufrimiento en nuestras vidas es cerrar los ojos a la realidad y engañarse a uno mismo.

Alejarse de Cristo creyendo que con ello vamos a evitar la cruz del día a día es como quitarse el salvavidas en plena tormenta marítima. La tormenta la vamos a tener igualmente, pero encima nos estamos quitando la protección que podría mantenernos a flote y evitar que cualquier ola gigante que se acerque a nosotros nos sumerja definitivamente y nos hunda en el océano.

Acogerse a la Cruz de Cristo es acoger la ayuda que Dios nos quiere brindar para poder sobrellevar esas pruebas inevitables de la vida. También es acoger su protección, para evitarnos peligros y males mucho mayores e innecesarios que muchas veces nos buscamos nosotros mismos con nuestros pecados y malas decisiones. Y, por si fuera poco, acoger la Cruz de Cristo es acoger también la seguridad, porque quien se abraza a ella acaba en los brazos del Señor para toda la Eternidad.


V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Desde ahora serás pescador de hombres.»

06/02/2022

Pescar hombres para Dios. Esta es nuestra misión como Iglesia. No los pescamos para nosotros. La Iglesia no busca «adeptos». La misión de la Iglesia es «pescar» almas para Dios. Almas, que en un mundo como el de hoy, con mayor motivo necesitan ser rescatadas y tener la oportunidad de encontrarse con Dios.

Estamos en un mundo que toca fondo y hace aguas por todas partes, un mundo en profunda crisis multidimensional, pero especialmente moral y espiritual. Y esta crisis, no nos quepa duda alguna, viene de la falta de Dios. Vivir sin Dios sabemos como creyentes que tiene un precio carísimo, y ese precio se está pagando.

Pero cada uno de nosotros es Iglesia y tiene que estar ahí para señalar a Dios. Dios es el Único que puede llenar nuestros corazones de esa felicidad que hemos estado buscando en las cosas, en las personas… Todos necesitamos a Dios. Así que tenemos que seguir echando las redes en alta mar, es decir, en el mundo que nos rodea, y seguir pescando.

Pero, ¿por qué cada vez pescamos menos? Si no hay peces en las redes, ¿será porque no hay peces en el mar? ¿O será más bien porque no sabemos echar las redes? ¿Qué es lo que nos falta? Nos falta lo esencial: Dios. ¿Cómo va a sentirse atraído nadie por una Iglesia que hace sociología o psicología, o incluso por una Iglesia que hace caridad, pero que no habla de Dios?

Tenemos que seguir echando las redes y confiando en Dios, pero obedeciéndole y echándolas como Él nos ha enseñado. ¿Y qué es lo que quiere Dios? Que hablemos de Él. Esto es lo que nos falta: más Dios. Porque Dios -y no nosotros-, es el que atrae, el que siempre ha atraído, y el que siempre seguirá atrayendo, tanto más cuanto más difíciles sean las circunstancias, cuanto más duros sean los tiempos


IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio, con intención de despeñarlo.»

30/01/2022

IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

El pasaje del Evangelio de este domingo es de los que llegan a sacudirnos un poquito, para evitar que nos durmamos en los laureles. Un pasaje que nos recuerda que, por encima de toda otra cuestión, Cristo vino al mundo a liberar al ser humano de las ataduras del pecado.

A muchos les gustaría ver reducida la misión de la Iglesia al simple ejercicio de la caridad, entendiendo ésta como una simple ayuda a los pobres y necesitados, porque desean que la Iglesia se limite sólo a ayudar a los pobres, pero que no moleste iluminando las conciencias y recordando todo aquello que Dios nos pide, tan en contraposición de muchas de las ideas que se difunden hoy en día.

Sin embargo, si leemos el Evangelio, podemos ver que Jesús no habla solamente de hacer obras de caridad. Él habla por encima de todo de la redención y la salvación de las almas, porque esto es lo que vino a hacer aquí. Él vino a redimir al hombre de su pecado. Y no hay peor esclavitud, ni peor hambre, ni peor pobreza para el ser humano que la de no saber distinguir el bien del mal.

Sin embargo, esto, que es la misión principal de Cristo, se intenta obviar, eclipsándola deliberadamente con el tema de la caridad humana. El resultado es que se llega a la falsa conclusión de que la Iglesia es simplemente «un camino más», y no el Camino que lleva a la Salvación. Cristo sin embargo dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí». Toda salvación pasa por Cristo. ¿Creemos verdaderamente esto, que es el fundamento de toda nuestra Fe cristiana?

Que no nos pase como a los paisanos de Jesús, que no les gustó aquello que Él les dijo, e intentaron despeñarlo. Intentaron matarlo, porque la verdad les resultaba incómoda. Porque la verdad nos ilumina, y entonces vemos con más claridad nuestro pecado y nuestra miseria. Pero Cristo no nos ilumina con el fin de recriminarnos ese pecado, sino con el propósito de que acudamos a Él, el Médico divino, a recibir su Gracia y su Misericordia para liberarnos de esas ataduras.

III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

23/01/2022

Los ojos clavados en Jesús. Así es como debemos vivir nuestra vida de cristianos: con los ojos fijos en Dios, a pesar de los ruidos y de las distracciones exteriores. Si nos despistamos y Le perdemos de vista por un momento, en cuanto nos demos cuenta, volvemos a poner los ojos en Él.

Podríamos asimilar nuestra vida a un equilibrista que camina por el alambre. Al final del alambre nos espera Dios. La Fe es la barra que hace de contrapeso. Si soltamos la barra de la Fe, podemos perder el equilibrio y caer. Lo mismo puede ocurrir si dejamos de mirar al frente, a esa meta que es Dios, y nos ponemos a mirar hacia abajo, entreteniéndonos con las cosas del mundo.

El Señor ya cuenta con nuestra debilidad humana, con esa herida que llevamos en nosotros, fruto del pecado original y agravada por nuestros propios pecados, que nos puede hacer perder el equilibrio y caer en cualquier momento. Por eso nos dejó el Sacramento de la Confesión: para que pudiésemos levantarnos de nuevo, tantas veces como fuese necesario, y volver a caminar hacia Él.

Por ello, no debemos quedarnos en el suelo. ¿Hemos caído? ¿Hemos pecado? ¿Nos hemos equivocado? Pedimos perdón a Dios y nos volvemos a levantar. Él nos ayudará a ir reordenando nuestra vida, por muy desordenada que haya quedado. Pero no debemos dudar nunca de Su Perdón ni de Su Gracia para volver a retomar el camino hacia Él «con la fuerza del Espíritu», como nos dice el Evangelio de hoy.


II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Haced lo que Él os diga»

16/01/2022

Los milagros en el Evangelio son siempre reales, pero a la vez son símbolos, es decir, guardan en sí una enseñanza que va mucho más allá del mismo milagro, en este caso el de convertir el agua en vino. Con este milagro en las bodas de Caná, Jesús instituye el Sacramento del matrimonio.

Un Sacramento es una ayuda de Dios, un extra de gracia para un objetivo concreto, en este caso el matrimonio, para que apoyándonos en él, podamos salir adelante con esta empresa que, si no fuera por él, cabe la posibilidad de que se rompiera o pudiera fracasar.

Pero sabiendo también que ese don hay que vivirlo en el contexto en el que se nos da, es decir, en el seno de la Iglesia. Cristo nos va a ayudar, pero ¿qué tenemos que hacer nosotros para que esa gracia que Dios nos da pueda fructificar y llevar adelante su misión? Nos lo dice bien claro la Virgen María en el Evangelio de este domingo: «Haced lo que Él os diga».

La gracia de Dios actúa, sí, pero necesita la colaboración humana, la obediencia a lo que Dios nos pide. ¿Y qué nos pide Jesús? «Llenad las tinajas de agua.» En otras palabras, «pon tu parte». Yo voy a convertir tu agua en vino, yo te voy a ayudar en tu matrimonio, pero tú tienes que poner tu parte, tu pequeño esfuerzo, tu pequeña gotita de agua.


I DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco»
.

09/01/2022

El bautismo nos hace hijos de Dios. Esto es algo que muchas veces no se entiende bien, ya que todo ser humano ha sido creado por Dios. Todos nosotros somos criaturas amadas por Dios. Todos: creyentes, ateos, miembros de cualquier religión… Todos los seres humanos somos criaturas amadas por Dios. Él nos ha creado y nos ama a todos.

Pero sólo existe un Hijo: Jesucristo, nuestro Señor. Que, como dice el Credo que rezamos cada domingo en Misa, «fue engendrado, no creado». Es Hijo único de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad, Hijo único del Padre.

Es decir, nosotros somos criaturas, pero no somos hijos. Nos convertimos en hijos adoptivos precisamente por el bautismo. San Pablo lo tenía muy claro en sus epístolas cuando decía: «Antes éramos siervos. Ahora somos herederos.» Es decir, ahora tenemos parte en la herencia. Hemos sido hechos hijos por adopción, no por naturaleza.

Por naturaleza somos hombres, no somos dioses. Sólo Cristo, Hijo único del Padre, es Dios -como dice el Credo «de la misma Naturaleza del Padre»-, además de Hombre por la Encarnación. Por eso tenemos que darle gracias a Dios por el honor que nos hace de admitirnos a su Familia: hijos adoptivos, hermanos adoptivos de Cristo. Es la Sangre de Cristo -el agua del bautismo- la que nos ha dado este don.


DOMINGO VIII DE LA OCTAVA DE NAVIDAD
«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.»

02/01/2022

El Evangelio de hoy centra toda la mirada en Jesús. En el principio, antes de que existiera nada, sino solamente Dios, ya estaba allí la Palabra, que es Jesús, segunda Persona de la Santísima Trinidad. Todo lo que ha creado el Padre, lo ha creado a través de Su Palabra, es decir, a través de Su Hijo.

Acabamos de terminar el año, y el Evangelio nos invita a centrar la mirada en Jesús. Con la llegada de un nuevo año, solemos revisar cómo nos fue el año anterior y hacer buenos propósitos para el año entrante. Muchos, especialmente en el momento que nos ha tocado vivir, se conforman con tener buena salud y piensan que esto es lo más importante.

Sin embargo, no es así. Esta es una mirada demasiado mundana. La salud del cuerpo no es lo más importante. Lo más importante es la salud del alma, la salud espiritual. Muchas enfermedades mentales, ahora que se habla más de ellas, están relacionadas precisamente con una mala salud espiritual. La salud espiritual es de vital importancia.

Uno puede estar físicamente sano, pero estar completamente alejado de Dios y en el camino de la perdición. Y otro puede estar muy enfermo, guardando incluso cama en un hospital, y estar perfecto interiormente, porque está viviendo en Dios. Si ese enfermo muere, se va con el Señor a ser feliz por toda la Eternidad.

Esto es lo que vino a traernos Jesús, la felicidad eterna. Él curó a muchos enfermos a lo largo de toda su Vida Pública, pero siempre que lo hacía se despedía con un «Vete, y no peques más». Porque para Jesús lo importante no era la salud del cuerpo, sino la salud del alma. Por eso se encarnó, se hizo Hombre y vino a la Tierra: para traernos el medio para devolver la salud al alma, que son los Sacramentos.



DOMINGO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD
Solemnidad de la Sagrada Familia

26/12/2021

Todos los años, después de la Natividad, la Liturgia nos propone esta fiesta de la Sagrada Familia en el contexto de la Navidad, esta fiesta tan profundamente familiar, para que pensemos en aquella Sagrada Familia como modelo.

Jesús se encontró, junto con María y con José, amado y querido como se encontraba antes, desde toda la Eternidad, con el Padre y el Espíritu Santo, en el seno de la Santísima Trinidad. Viniendo del Cielo, se encontró como en casa en el portal de Belén, en el seno de aquella familia de Nazaret.

Tan importante es pues este modelo que se nos presenta hoy en la Liturgia, y que responde también al orden natural que Dios ha establecido para la felicidad del hombre. El Niño-Dios creció en el seno de una familia humana, y nos propone ese mismo modelo para el crecimiento y desarrollo de todo ser humano, pero también para su edificación moral y para su felicidad.

El modelo de la Sagrada Familia está delante de la mirada de cualquier familia católica, sabiendo que -con la gracia de Dios y con su esfuerzo- puede llegar a parecerse, al menos en parte, a aquellas tres personas extraordinarias, para su propio bien, pero también para el de toda la sociedad, cuya unidad nuclear es precisamente la familia.



Domingos de Adviento del año 2021

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo 28 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

El término «Adviento» viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia.

El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.


IV DOMINGO TIEMPO ADVIENTO

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

19/12/2021

Las visitas de nuestra Madre del Cielo son siempre motivo de gran alegría para aquellos que la reciben. Recibir a María es recibir alegría, consuelo, gozo, ánimo y esperanza. Saltaba de gozo el Bautista en el mismo vientre de su madre, y se llenaba del Espíritu Santo la propia santa Isabel.

María es el puente entre la Iglesia y su Hijo. María presenta nuestras peticiones a su Hijo, y su Hijo le hace a ella dispensadora de sus gracias. María nos consigue arrancar hasta los favores más difíciles de las manos de su Hijo. María es nuestra gran Aliada y Abogada ante Dios. Y el Señor no niega nada a su Madre.

¿No son estos motivos suficientes para recurrir a Ella en todas nuestras necesidades? La figura de una Madre es siempre quizás la más cercana que se nos pueda antojar, especialmente en los momentos de dificultad. No tengamos pues miedo o reparos en recurrir a Ella en todo momento, especialmente si por alguna caída, nos hemos alejado de Dios.

Recordemos siempre que a través de Ella vino Dios al mundo. Y por medio de Ella podemos nosotros igualmente llegar a Dios. Ella nos lleva de la mano a su Hijo e intercede por nosotros ante Él. Quien se agarra de la mano de María, jamás se perderá.


III DOMINGO TIEMPO ADVIENTO

12/12/2021

«El que viene tras de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias»

«Maestro, ¿qué debemos hacer?» Hasta tres veces leemos esta pregunta en el Evangelio de este domingo. La gente recurría a San Juan Bautista, precursor de nuestro Señor, para saber qué tenía que hacer para caminar hacia Dios.

Y las respuestas que les daba el Bautista, que iban todas dirigidas hacia el ejercicio de la justicia y la caridad, hacían creer a la gente que realmente él era el Mesías. De alguna manera ese llamado al amor, que luego desarrollaría nuestro Señor en su vida pública, ya era reconocido en el interior de los corazones como aquello a lo que Dios nos llama.

Y efectivamente, así es. La religión sola no nos salva. Por la Ley sola no entramos al Cielo. El Señor nos pide mucho más que eso. El Señor nos pide el corazón. Y el Adviento es una estación de la Liturgia que nos invita a revisar esto en nuestra vida, a preparar el corazón para poder dar pasos hacia una conversión segura.

Es una oportunidad que Dios nos da para renovarnos por dentro, para centrarnos de nuevo en lo verdaderamente esencial de nuestra Fe, y para que no olvidemos que la religión se tiene que hacer carne en nosotros, cambiando en profundidad nuestro corazón y dando fruto.


II DOMINGO TIEMPO ADVIENTO
«Preparad el camino al Señor»

05/12/2021


Cada ciclo litúrgico de Adviento es una oportunidad para abrirle las puertas de nuestro corazón a Dios. Nunca es demasiado tarde para ello. Jamás. Hasta el mismo momento de nuestra muerte, Dios nos va a tender la Mano. Por mucho que hayamos pecado, por mucho tiempo que hayamos vivido lejos de Él, por muy graves y feos que nuestros pecados hayan sido…No hay pecado en el mundo que Dios no pueda perdonar. Una sola gota de su Sangre habría bastado para redimir a toda la Humanidad. Él la dio toda por amor. Porque así de grande es. Porque así de mucho nos quiere a todos y cada uno de nosotros, de manera particular y única.

Y por ello quiere que nos salvemos todos, dejándole entrar en nuestra vida, en nuestro corazón. Pero la puerta nos toca abrirla a nosotros. Él no se impone y aguarda siempre, de manera respetuosa, en la puerta.

Abrámosle pues sin miedo esa puerta, y preparémosle un ambiente agradable en ese corazón, mediante una confesión sincera y verdadera sacramental, que es la mejor manera de prepararle la entrada al mejor Amigo de nuestra alma, que ya viene de camino…


I DOMINGO TIEMPO ADVIENTO

28/11/2021

«Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.»

Comenzamos este domingo el tiempo de Adviento, y el Evangelio nos invita a reflexionar acerca de la Venida de Jesús al mundo al final de los tiempos. Las Lecturas de estos pasados días nos hablaban de lo mismo, y, de alguna manera, esos mismos textos, que hace apenas un tiempo nos sonaban tan lejanos, hoy resuenan con otro eco en nuestro interior.

Se habla mucho últimamente de ese final de los tiempos, ya que estamos viviendo tiempos de gran tribulación a nivel mundial. Pero no siempre caemos en la cuenta de que, para cada uno de nosotros, va a haber igualmente un final del tiempo: el día en el que Dios nos llame de este mundo a su divina Presencia.

Y esto deberíamos tenerlo siempre presente, ya que no sabemos el día ni la hora en que esto ocurrirá. ¿Y cómo podemos prepararnos para ese momento tan definitivo? Estando en gracia de Dios. Al final, lo que de verdad importa, aquello que verdaderamente debería preocuparnos, es el estado de nuestra alma, y también el de nuestros seres queridos.

Nos asustamos ante la posibilidad de catástrofes exteriores, pero no nos da miedo la catástrofe interior -infinitamente mayor y mucho más peligrosa- que supone tener el alma lejos de Dios. Porque en definitiva, cuando llegue el momento, no sabemos si veremos el final de los tiempos o no, pero lo que sí veremos será el final de nuestro tiempo particular, y lo único que nos podrá salvar entonces será estar en gracia de Dios.



«DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO«

Anteriores Domingos

En el año litúrgico, se llama tiempo ordinario al tiempo que no coincide ni con la Pascua y su Cuaresma, ni con la Navidad y su Adviento. Son treinta y cuatro semanas en el transcurso del año, en las que no se celebra ningún aspecto particular del Misterio de Cristo.

XXXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

21/11/2021


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«Mi reino no es de este mundo.» El reino de Cristo no es un reino político ni mundano. El reino de Cristo es el reino de la Verdad. De la Verdad con mayúsculas, que es Dios mismo. El reino de Cristo es el reino de Dios.

Jesús ha venido para revelar y traer una nueva realeza, la de Dios. Él ha venido para dar testimonio de la verdad de un Dios que es amor y que quiere establecer un reino de justicia, de amor y de paz. Quien está abierto al amor, escucha este testimonio y lo acepta con fe, para entrar en el reino de Dios.

Con su sacrificio, Jesús nos ha abierto el camino para una relación profunda con Dios: en él hemos sido hechos verdaderos hijos adoptivos, hemos sido hechos partícipes de su realeza sobre el mundo.

Ser, pues, discípulos de Jesús significa no dejarse cautivar por la lógica mundana del poder, sino llevar al mundo la luz de la verdad y el amor de Dios. Esto implica dar testimonio del reino de Dios, de la verdad, resaltando siempre la prioridad de Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus potencias.



XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos.»

14/11/2021

La palabra «católico» viene del griego «Katholikos», que significa «universal». El título de Iglesia católica hace referencia a la universalidad del cristianismo, porque el Dios verdadero que nos ha llamado a todos a la vida, el Dios verdadero que ha muerto por nosotros en la Cruz, no ha muerto por un pueblo o por una raza determinada, sino por todos los seres humanos.

Por eso, el Evangelio de hoy nos dice que en su Segunda Venida a la Tierra, el Señor reunirá a los elegidos de los cuatro vientos, es decir a los elegidos del Norte, del Sur, del Este y del Oeste. Del mundo entero, de todos los lugares, de todos los pueblos y de todas las razas. Porque Dios ama a toda Su Creación y quiere tenerla a toda ella reunida en su Cielo.

Los cristianos formamos una familia universal encargada de velar por todos los seres humanos que Dios ha creado. Nosotros somos una especie de prolongación de los Brazos de Cristo para abrazar a la Humanidad entera y conducirla a su Sagrado Corazón. Somos instrumentos de Dios, y como tales debemos actuar, por nuestro propio bien y el de toda la Humanidad.

Cristo nos ha encargado una misión muy grande, la de cooperar en su Redención del género humano, y cuenta con nosotros. Porque nadie sabe el día ni la hora en que el Señor vendrá de manera definitiva a reunir a todo su Pueblo universal para la Jerusalén celestial, y Él no quiere que falte nadie.



XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«Esa pobre viuda ha echado más que nadie.»

07/11/2021

El Evangelio de este domingo nos habla de la generosidad de quien da sin reservas lo poco que posee, es decir, del que en definitiva se da a sí mismo, del que practica la entrega completa de sí al Señor y al prójimo.

Jesús quiere construir su templo en la Tierra con este tipo de «piedras vivas». Piedras vivas generosas, no mezquinas, que testimonien en su día a día, con su vida, la Verdad del Evangelio.

No necesitamos hacer grandes hazañas, ni irnos de misioneros a lugares remotos si no hemos sido llamados a eso… Cada uno, en su pequeño lugar, en el sitio donde Dios le ha puesto, con la vocación a la que ha sido llamado, puede dar lo poquito que posee, como la viuda del Evangelio.

Dos reales bastan para servir a Dios, si esos dos reales son todo lo que podemos dar. No importa que sea poquito, para Dios es grande. Porque no es la cantidad, sino el corazón generoso que se quiere dar a los demás lo que el Señor valora.



XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»

30/10/2021

Los Mandamientos de la Ley de Dios son la columna vertebral de nuestra vida cristiana. Sin embargo, si preguntáramos a un puñado de cristianos, de los que aún practicamos la Fe, ¿cuántos seríamos capaces de recitar el decálogo entero de carrerilla?

En el pasaje del Evangelio de este domingo se nos habla del mandamiento nuevo que nos da el Señor, amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, que resume toda la Ley. Porque el que ama no mata, el que ama no roba, el que ama no codicia etc.

Pero esto no nos exime de conocer el resto de Mandamientos, que, de cumplirse por todos los cristianos, harían de este mundo algo mucho mejor de lo que conocemos actualmente.

Muchos se preguntan dónde está Dios en un mundo como el actual, tan alejado de Él en todos sus aspectos. Pero la pregunta más bien sería ¿dónde estamos nosotros, los cristianos?

¿Dónde estamos aquellos a los que Dios ha dado, en un simple decálogo, el secreto de oro para poder construir un mundo ordenado, en el que poder vivir en paz, respetándonos y ayudándonos los unos a los otros?



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